WASHINGTON.- EE.UU. ha intensificado la presión sobre el presidente de Haití, Jean-Bertrand Aristide, y ha puesto en duda su capacidad para seguir gobernando en medio de una crisis de la que tiene "gran parte" de la culpa.
Un comunicado de la Casa Blanca, divulgado el sábado por la noche, fue rotundo al señalar al mandatario como corresponsable de la situación e instarle a reflexionar sobre su propio futuro.
"Sus propias acciones hacen dudar de su capacidad para seguir gobernando Haití. Apelamos (a Aristide) a examinar su posición detenidamente, a aceptar la responsabilidad y actuar en el mejor interés del pueblo de Haití", señala.
Esta es la declaración más clara de que Estados Unidos quiere que el presidente abandone el cargo para disminuir la tensión en el país, que sufre una rebelión armada desde el 5 de febrero.
"Esta crisis que se ha venido fraguando ha sido en gran parte responsabilidad de Aristide", señala el comunicado, difundido por el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan.
"Su fracaso en adherirse a los principios democráticos ha contribuido a la profunda polarización y violencia que estamos viendo hoy en Haití", añade.
La declaración fue hecha pública después de que el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, se reuniese con el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, para analizar la situación en Haití.
Powell también conversó por teléfono con su homólogo francés, Dominique de Villepin, quien enfatizó desde Pakistán, donde se encuentra actualmente, que los dos países, así como Canadá, están en "total convergencia" respecto a la necesidad de que Aristide abandone el poder para evitar "una espiral de violencia".
La situación es actualmente caótica en el país caribeño, que sufre escasez de alimentos y saqueos generalizados, y donde han muerto por lo menos cien personas desde que estalló la rebelión, según algunos cálculos.
Los rebeldes controlan gran parte del país y sólo detuvieron el sábado su avance hacia la capital, Puerto Príncipe, de forma temporal tras una petición de Estados Unidos.
No obstante, Aristide, que cuenta con el apoyo de una fuerza policial de 4.000 agentes y de pandillas de partidarios armados, ha dicho que resistirá el avance de los que denomina "terroristas".
Aristide, que fue restablecido en el poder en una operación dirigida por Washington con más de 20.000 militares norteamericanos desplegados en la isla en 1994 tras haber sido derrocado en un golpe de Estado, es acusado de corrupción por sus opositores, que también denuncian los abusos de grupos armados partidarios al presidente, los temidos "chimeres".
No obstante, los propios rebeldes han cometido graves violaciones de los derechos humanos, según denuncian organizaciones no gubernamentales.
El comunicado de la Casa Blanca se hace eco de esas acusaciones y culpa a "bandas armadas y dirigidas por el presidente Aristide" de los ataques en los últimos días contra "civiles inocentes, programas humanitarios y organizaciones internacionales que tratan de ayudar al pueblo haitiano".
"Aristide debe instruir a sus partidarios para que pongan fin a la violencia", afirma la declaración, que también llama a los rebeldes a cesar "sus actos de violencia para facilitar una solución política".
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha dicho esta semana que su país está dispuesto a apoyar una fuerza multinacional para el restablecimiento del orden en Haití, pero sólo tras un acuerdo político.
Unos 2.200 infantes de Marina de Estados Unidos con base en Camp Lejeune (Carolina del Norte) están listos para viajar a las inmediaciones de la costa de Haití y podrían formar parte de esa fuerza.
La operación sería llevada a cabo por la 24 Unidad Expedicionaria de Infantería de Marina a bordo de tres buques, uno de ellos el navío de asalto anfibio "Saipan".
Los buques esperan la orden en Norfolk (Virginia) de donde zarparían para recoger a la unidad de marines en Camp Lejeune para iniciar un viaje de cuatro o cinco días hasta las inmediaciones de Haití.