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Madrid paralizado, aturdido, indignado y asustado

Han pasado unas pocas horas desde que se conocieran las primeras noticias de los atentados, pero la incredulidad por la magnitud de los ataques terroristas de que ha sido víctima Madrid sigue pintada en las caras de la mayoría de los ciudadanos.

11 de Marzo de 2004 | 11:01 | DPA
MADRID.- A unos cientos de metros de la estación de Atocha, la vida vuelve a recuperar, poco a poco, su ritmo. Pero algo no es como siempre: la ciudad está más callada, casi sólo se oyen las sirenas de las ambulancias y los helicópteros que sobrevuelan la zona. Los semblantes son graves, muy, muy serios.

Gente variopinta se reúne en corrillo para comentar las últimas noticias. "Son ya más de 150 muertos", comenta una mujer junto al supermercado. Han pasado unas pocas horas desde que se conocieran las primeras noticias de los atentados, pero la incredulidad por la magnitud de los ataques terroristas de que ha sido víctima Madrid sigue pintada en las caras de la mayoría de los ciudadanos.

Muchos caminan "enganchados" a un transistor, ávidos por averiguar los últimos detalles de una serie de atentados que ha traído de nuevo a la capital española el fantasma del terrorismo y el miedo a ETA, a la que se atribuyen los siniestros ataques.

La zona alrededor de la estación de tren de Atocha, uno de los "objetivos" del atentado, sigue sellada unas horas después. Los ciudadanos han hecho caso al llamamiento de las autoridades y tratan de evitar circular por la zona, donde el tráfico se ve dificultado de por sí por las obras que tapan gran parte de la calle.

Enfrente de la estación, los servicios de emergencia dan las últimas cifras de víctimas. Más de 173 ya, dicen. ¿Heridos? Cientos. Junto a la prensa se arremolinan algunos curiosos, que sin embargo guardan, en su mayoría, un respetuoso silencio. El alto número de muertos y heridos les ha dejado sin palabras.

Una mujer se acerca a uno de los policías que vigilan la zona y le dice que es enfermera, que se ha acercado para ver si puede ayudar. "No señora, gracias, en estos momentos no es necesario".

Las autoridades anuncian además que ya hay suficientes donaciones de sangre y se pide que los madrileños dejen de acudir a los centros de donación. Que vayan mañana o pasado mañana, gracias. Los madrileños se han volcado y la solidaridad ha funcionado.

"(El presidente del Gobierno, José María) Aznar ya sabe lo que es volar por los aires", comenta un anciano que se ha acercado a la estación de tren. "El sabe lo que hay que hacer, el problema es que no lo apoyan (los demás partidos). Todos sabemos lo que está pasando ahí, en el País Vasco". En momentos como éste, las emociones se extreman. Un joven empieza a circular entre los periodistas portando una pancarta en la que se puede leer: "Pena de muerte".

Ya casi no salen ambulancias de la estación. Los bomberos comienzan a retirar los escombros, ahora entra en acción la policía científica.

Alejándose de la zona, un taxista comenta, consternado, el pánico que se ha vivido en la ciudad. "Madrid está paralizado", dice. Las calles tienen un resplandor anaranjado, de las sirenas de las ambulancias, coches de policía, servicios de emergencia y bomberos, los vehículos que en esta mañana han sustituido al tradicional caos circulatorio de la ciudad.
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