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Testimonio de atentado: "Tardaré mucho en olvidar lo que vi"

"Poco después de las 7:30 horas sonó un ruido muy fuerte, tembló toda la estación", relata Enrique...

11 de Marzo de 2004 | 13:26 | Dpa
MADRID.- Era una mañana más, un jueves que alegraba ya la perspectiva del fin de semana, la temperatura por fin había subido. Enrique se encontraba desde poco después de las siete de la mañana en la madrileña estación de Atocha, esperando a tomar el AVE, el tren de alta velocidad.

Poco después de las 7:30 horas (8:30 GMT), "sonó un ruido muy fuerte, tembló toda la estación", relata Enrique. "Primero pensé que era un choque de trenes, me asomé a los andenes y después oí dos explosiones seguidas".

Fue en ese momento, explica, cuando se dio cuenta de que lo que estaba viviendo era un atentado. "Esto es una bomba", se dijo.

"Se sucedieron las carreras, había pánico, cristales rotos...", recuerda. "Había pánico para salir de la estación, la gente se pisaba, se pisaban unos a otros".

Pero lo peor estaba aún por llegar: comenzaba a salir la gente que viajaba en el tren en el que, como después averiguaría, habían explotado tres artefactos.

Eran "escenas muy fuertes, muy fuertes", acierta a decir. "Son escenas que no se te olvidan fácilmente".

Empezó a salir la gente de los vagones afectados, "era como si salieran de una carbonería, la cara negra, la ropa negra, todo ello mezclado con sangre, con heridas".

Cuando logró salir, Enrique se quedó enfrente de la estación, a la altura del Ministerio de Agricultura. Su coche, dice, "si es que ha quedado algo", estaba estacionado en el parking de la estación ferroviaria, así que optó por irse a su oficina, situada a pocos minutos de allí.

Más o menos a la misma hora, Vanessa viajaba en la línea uno del metro, que pasa por Atocha, parada en la que tenía que bajarse para esperar al autobús de la empresa que la lleva hasta su trabajo.

"En (la estación) Pacífico anunciaron que no había conexión", relata, pero la línea estaba funcionando todavía a las 7:50 de la mañana y "yo me bajé en Atocha".

Allí se pudo reunir con sus compañeros, constataron que los dos que viajaban en tren habían salido ilesos y trataron de conectar con otros compañeros, familiares y amigos que pudieran haber resultado afectados.

Una amiga de Vanessa viajaba en el tren que sufrió la explosión a la altura del Pozo del Tío Raimundo. "Me contó que tembló el vagón, se apagaron las luces, las puertas se abrieron y que la gente gritaba ’¡corred, que hay fuego!""

Después, gente chillando, tratando de salir entre cadáveres, trozos de cuerpos humanos...

A lo largo de la mañana, Enrique y Vanessa, como tantos otros madrileños, fueron enterándose de los detalles. En Atocha habían explotado tres artefactos, en la calle Téllez cuatro, otro en la estación de Santa Eugenia y dos más en el apeadero de la estación del Pozo del Tío Raimundo, una de las zonas más deprimidas de Madrid.

Las cifras de muertos iban aumentando: más de 60, se decía poco después del atentado, luego eran 150, 173, finalmente más de 180. Y más de mil heridos.

Se iba confirmando así lo que ya todos los madrileños sospechaban: este 11 de marzo España había sufrido el peor atentado de su historia.
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