LA PAZ.- El Presidente de Bolivia, Carlos Mesa, rodeado por una serie de presiones y amenazas, advirtió en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra que no renunciará y que llegará hasta el final de su mandato en 2007, a menos que en algún momento su dimisión resultara benéfica para el país.
"No es que yo me crea una persona extraordinaria, o sea 'el tipo', sino que el país vive un momento tan delicado que la estabilidad del país se pondría en juego con mi renuncia", dijo Mesa en declaraciones que reproduce hoy la agencia privada de noticias Fides.
El mandatario aclaró, sin embargo, que si observara algún día que lo mejor es que renuncie, estará "en disposición de hacerlo".
Mesa, que asumió en octubre pasado en reemplazo de Gonzalo Sánchez de Lozada, obligado a renunciar por una insurrección popular, pasa por difíciles momentos por presiones del sindicalismo, el empresariado y la clase política y por la crisis económica que impide atender demandas sociales.
La Iglesia católica, a través del secretario adjunto de la Conferencia Episcopal Boliviana, Francisco Flores, ha advertido de los riesgos que conlleva la actual situación.
"Yo no soy profeta para ver qué va a pasar, pero yo creo que sí podemos vivir cambios que nadie desea, llámese ruptura democrática, golpes de Estado, desintegración nacional. Ese es un riesgo que se corre", dijo Flores en declaraciones publicadas hoy por el diario paceño "La Prensa".
De otra parte, un enviado especial de la Organización de Naciones Unidas para observar los peligros que acechan a la gobernabilidad en el país más pobre de Sudamérica, el colombiano José Antonio Ocampo, afirmó en La Paz que Bolivia "es un país viable que necesita apoyo de todos los organismos internacionales".
Ocampo mantiene contactos con diversos representantes de la sociedad boliviana para establecer en qué forma se puede manifestar la colaboración de las Naciones Unidas.
