CIUDAD DEL VATICANO.- En medio a extraordinarias medidas de seguridad por temor a un atentado, el papa Juan Pablo II se prepara a celebrar la Semana Santa, la más importante serie de conmemoraciones de la Iglesia Católica, que a los casi 84 años y con el mal de Parkinson que lo aqueja pondrán a dura prueba su salud.
Aunque debe trasladarse en silla de ruedas, el Vaticano confirmó que Juan Pablo II no ha renunciado a ninguna de las celebraciones, si bien algunas de ellas sólo serán presididas por el Pontífice, como el Vía Crucis del Viernes Santo por la noche en el sugestivo escenario del Coliseo de Roma, en el que tradicionalmente él llevaba una pequeña cruz de estación en estación.
El Vía Crucis será transmitido por televisión a decenas de países y desde ese lugar, donde murieron los primeros cristianos destrozados por los leones, el Papa se dirigirá brevemente a los católicos del mundo entero.
Juan Pablo II en realidad ya comenzó su intensa semana de servicios, celebrando en el atrio de la basílica de San Pedro la misa del Domingo de Ramos. Se lo vio en bastante bien y saludó a la multitud desde el papamóvil -curiosamente sin la tradicional mampara antibalas-, cuando se alejaba de la plaza de San Pedro.
El papamóvil descubierto fue interpretado por algunos como un signo de que el Papa no le tiene miedo a nada, o de que el Vaticano resta importancia a las amenazas de atentados.
El Jueves Santo, el Sumo Pontífice presidirá por la mañana la Santa Misa Crismal con los cardenales, obispos y presbíteros en San Pedro, y por la tarde la llamada misa de la Cena del Señor, que recuerda la última cena de Jesús con los apóstoles, ambas en la basílica de San Pedro.
Después de la homilía se llevará acabo el rito del lavado de pies a 12 presbíteros, pero el Papa no podrá cumplir con él como sí lo hacía cuando estaba en buenas condiciones de salud.
Ese día el Papa lo dedica a los sacerdotes, a quienes dirige un mensaje especial, que dará a conocer este martes en rueda de prensa el prefecto de la Congregación del Clero, el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos.
El Sábado de Gloria Juan Pablo II bendecirá el fuego nuevo que debe encender el domingo el cirio pascual para celebrar la resurrección de Jesucristo, y presidirá en la basílica de San Pedro la Liturgia de la Palabra.
El domingo de Pascua, con una solemne misa al aire libre celebrada por Juan Pablo II en la plaza de San Pedro, concluirá la Semana Santa.
Ese día, el Santo Padre impartirá la bendición Urbi et Orbi, a la ciudad y al mundo, en la que suele hacer referencia a los problemas candentes de la actualidad internacional.
La posibilidad de un atentado se maneja desde hace meses como hipótesis en los más altos niveles del Vaticano. El día de Pascua es considerado además particularmente riesgoso, porque se cumple exactamente con un mes de los atentados del 11 de marzo en Madrid.
El nivel de seguridad y controles en la plaza y la basílica de San Pedro, así como en los Museos Vaticanos, se ha intensificado en las últimas semanas, especialmente en cuanto al número de carabineros y policías en uniforme y de civil y al número de detectores de metales por los que deben pasar turistas y ciudadanos locales que pretendan ingresar al área.
No hay por ahora ninguna amenaza precisa de atentado, dicen las autoridades vaticanas, aclarando que todas estas medidas son sólo preventivas. La prensa incluso habló de que la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) había advertido al Vaticano sobre la posibilidad de un atentado, pero esto fue desmentido por la Santa Sede.
Cosa nunca ocurrida antes en las áreas que circundan el Vaticano, tanto a los italianos como a los turistas se les podrá solicitar un documento de identidad y hacer controles cruzados con la central de policía, mientras los pozos de desagüe en las calles y los cestos de basura son revisados asiduamente.
Estas medidas referidas específicamente al Vaticano se agregan a muchas otras que el gobierno italiano ha puesto en marcha luego de los atentados en Madrid.