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Comienza semana de tensión social en Bolivia

Al paro de 48 horas por parte de los profesores, se sumarán el sector universitario, los choferes y los jubilados quienes preparan movilizaciones y acciones de fuerza, en demanda por mejoras económicas.

12 de Abril de 2004 | 12:19 | DPA
LA PAZ.- Con una huelga de 48 horas por parte de unos 40.000 profesores de áreas rurales, comenzó hoy en Bolivia una semana que se espera llena de tensión social y con por lo menos cinco gremios movilizados.

Un dirigente de los maestros rurales, Bruno Apaza, indicó que la huelga obedece a que el gobierno incumple desde el año pasado con entregar un bono acordado.

La Central Obrera Boliviana (COB), el sector universitario, los choferes y los jubilados también se preparan para movilizaciones y acciones de fuerza, en demanda de reivindicaciones de las que se anticipa que por razones económicas serán muy difíciles de atender.

En ese marco, el gobierno se apresta a anunciar esta semana un aumento del plan de austeridad, que incluirá cierre de ministerios, superintendencias y embajadas, aunque el ministro de la Presidencia, José Galindo, admitió hoy que lo que se ahorre por ese concepto no será determinante. "Apenas son píldoras, aspirinas", dijo.

La COB, que anuncia una serie de movilizaciones gremiales para después del 1 de mayo, realizará este jueves una marcha en contra de la intención de venderle gas a Argentina.

Ese mismo día podrían movilizarse las universidades, estudiantes incluidos. Ese sector exige un incremento presupuestal de diez por ciento, pero el gobierno afirma que sólo puede dar tres por ciento.

Los jubilados y los ex trabajadores que no han logrado ser incluidos en el sistema de pensiones amenazan a su vez con tomas de locales y los choferes deben definir en las próximas horas la forma en que expresarán su descontento y presión.

El gobierno del presidente Carlos Mesa trata de dialogar con los sectores en conflicto, pero de momento en todos los casos las posiciones parecen alejadas.

La movilización popular se ha convertido en una constante en el país más pobre de Sudamérica, en medio del temor latente a que desbordamientos como los de octubre pasado, cuando el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada se vio obligado a renunciar en medio de decenas de muertos.
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