
"Si Bin Laden arriesgó el cuello para visitar Foz de Iguazú es porque vale la pena", reza el afiche.
Osama Bin Laden y su presunta visita a las cataratas del Iguazú se han convertido en eje de la campaña publicitaria de un centro vacacional en Brasil.
Todo empezó con un afiche de las cataratas encontrado en una casa de Afganistán que presuntamente ocupó el líder de la red al-Qaeda.
A partir de este hallazgo comenzó a correr la versión de que Bin Laden había visitado el popular destino turístico sudamericano.
El rumor -más o menos interesado- resultó alentado por el hecho de que la zona, conocida como la triple frontera entre Brasil, Paraguay y Argentina, está habitada por una gran comunidad de orígen árabe.
De allí a la explotación comercial de la especie sólo quedaba un pequeño paso por recorrer.
Ingenio comercial
Y ese salto lo dió Marcelle Ghieg, empresaria hotelera de Foz de Iguazú -ciudad brasileña vecina a las cataratas- y ella misma descendiente de una familia libanesa.
"Si Bin Laden arriesgó el cuello para visitar Foz de Iguazú es porque vale la pena", reza el aviso turístico, con más ingenio que fundamento empírico.
La idea de explotar el rumor de que al líder de al-Qaeda le gusta visitar las cataratas cuando no anda poniendo bombas por el mundo le parece a la empresaria un recurso tan válido como cualquier otro.
Ghieg explicó que "hemos tratado muchas otras cosas para llamar la atención sobre nuestra región, frente a la campaña de prensa que debimos soportar sobre que este era un nido del terrorismo. Pero como nada funcionaba decidimos recurrir al humor".
"Y pienso que está funcionando. Mucha gente está mostrando interés en saber si Bin Laden realmente estuvo aquí", afirmó.
¿Mal gusto?
Pero no todo el mundo ha tomado la iniciativa publicitaria como una ocurrencia graciosa.
Las acusaciones más moderadas han tratado a la campaña como, al menos, de tener "mal gusto".
En la zona vecina a las cataratas reside una gran comunidad árabe.
Ghieg se defiende señalando que le parece "de peor gusto" que ella misma y su gente deban soportar las acusaciones de terroristas.
"No sólo entre los árabes hay terroristas. Hay muchas otras formas de terrorismo en el mundo", se quejó la empresaria.
Ghieg explicó que la comunidad árabe en la zona lleva mucho años viviendo allí.
"Vivimos en paz. Nunca hemos tenido aquí algún incidente por motivos de religión o cultura. Tratamos de ser divertidos. Eso es todo, y no nos arrepentimos de ello".