BOGOTA.- Cinco muertos, entre ellos una niña de seis años, y 90 lesionados, dejó la explosión de una bomba en una discoteca en el noroeste de Colombia
El estallido de la bomba se produjo el sábado en la noche en el municipio de Apartadó, en el departamento de Antioquia, unos 400 kilómetros al noroeste de Bogotá.
El ataque, atribuido por los militares y la policía a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se registró en instantes en que la discoteca se encontraba repleta de personas que festejaban el triunfo de Nacional sobre América en las semifinales del torneo local de fútbol.
Colombia ha sido sacudida en los últimos tres días por una escalada de ataques explosivos que han dejado al menos 10 muertos, más de 100 heridos y millonarias pérdidas materiales.
Las autoridades responsabilizaron de los ataques a las FARC, el principal grupo guerrillero del país con unos 17.000 combatientes, que intensificó sus hostilidades para conmemorar esta semana los 40 años de su fundación.
"Este fue un ataque demencial de las FARC, que había amenazado desde hace tiempo con cometer una acción de este tipo", dijo a periodistas el alcalde de Apartadó, Fidel Banguero.
La niña que murió se encontraba comprando un helado en un local contiguo al sitio donde funcionaba la discoteca. Varios locales quedaron destruidos por la explosión. De los 90 lesionados, 27 continuaban hospitalizados el domingo.
Ataque rompió clima de tranquilidad
Banguero dijo que el ataque del sábado en la noche fue el primero de esas características en esa ciudad en los últimos seis años.
Apartadó es la ciudad más importante de la región agroindustrial del Urabá, en donde están las más extensas plantaciones de banano de Colombia, en medio de una zona controlada por paramilitares de ultraderecha.
Los escuadrones paramilitares, grupos armados ilegales que combaten a la guerrilla y están acusados de cometer las mayores violaciones a los derechos humanos en el conflicto interno, expulsaron a las FARC de la región después de una sangrienta guerra que se prolongo por años.
La guerrilla ha intentado retomar el control de la zona, pero los paramilitares, acusados por grupos de derechos humanos de contar con el apoyo de las Fuerzas Militares, lo han impedido.
Los habitantes de la zona temen que la guerrilla retome el control en caso de que los paramilitares, quienes mantienen una negociación de paz con el gobierno, depongan las armas y se reintegren a la vida civil.
Las autoridades militares y de policía permanecen en estado de máxima alerta en todo el país en prevención de nuevos ataques.
Las FARC, que fueron obligadas a replegarse a zonas montañosas y selváticas por una ofensiva del gobierno de Álvaro Uribe, no habían cometido ataques importantes en las últimas semanas.