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| Conclusiones previas |
Luego de revisar más de dos millones de documentos y entrevistar a unos mil testigos, incluyendo al Presidente George W. Bush, la Comisión 11-S ha emitido una serie de informes preliminares identificando las responsabilidades por la tragedia.
En una de sus primeras conclusiones, la comisión criticó fuertemente al FBI y a la CIA por errores al no prever los ataques.
Misma responsabilidad recayó en autoridades de Gobierno, aunque la principal crítica elaborada contra la Casa Blanca fue la divulgación de falsas acusaciones contra Irak por un supuesto nexo con la red terrorista Al Qaeda, que según la comisión aún no puede ser demostrado.
Hoy fue el turno del Pentágono por la descoordinación en la reacción luego de los ataques.
Ayer, la comisión también entregó un informe que reveló los planes originales de Al Qaeda, que pretendía realizar un ataque con uno 10 aviones comerciales, atacando plantas nucleares además de grandes edificios.
El informe final de la Comisión 11-S será entregado el próximo 26 de julio. |
WASHINGTON.- Otra dura crítica esgrimió hoy la Comisión 11-S que investiga el accionar de las autoridades antes y luego de ocurridos los ataques terroristas en Estados Unidos en 2001. Si ya se acusó a los organismos de inteligencia de no prevenir los hechos y al Gobierno de levantar falsas acusaciones contra Irak, esta vez fue el turno del Pentágono.
A la institución encargada de la Defensa nacional se le acusa de haber respondido de manera desconcertada y confusa, una vez que se produjeron los ataques el 11 de septiembre de 2001.
La comisión concluyó hoy su ciclo de audiencias públicas con la presentación de este nuevo informe sobre la respuesta del control aéreo y la defensa aérea, antes de divulgar sus conclusiones definitivas, el próximo 26 de julio.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, el general de la Fuerza Aérea Richard Myers, dijo a la comisión investigadora que los militares no recibieron en 2001 información que indicara claramente la eventualidad de que se produjeran ataques aéreos dentro del país.
El informe determinó que en la mañana de ese 11 de septiembre, el vicepresidente Dick Cheney autorizó a que los aviones de combate de Estados Unidos derribaran los aviones de pasajeros secuestrados, pero su orden no llegó a los pilotos hasta después de que el último de los aviones comerciales se había estrellado en Pensilvania.
Debido a la confusión que causaron los atentados, Cheney llegó a estar convencido durante un rato de que dos aviones secuestrados habían sido derribados, según la comisión.
El Presidente George W. Bush, quien dio la orden de que se derribaran los aviones secuestrados, se hallaba en Florida y por eso Cheney durante unas horas dirigió la respuesta desde la Casa Blanca.
Mientras tanto, el Mando de Defensa Aérea de América del Norte (NORAD, por sus siglas en inglés) había despachado a sobrevolar el océano Atlántico a los aviones de combate que debían proteger a la capital de Estados Unidos.
Defensa de Myers
Myers dijo a la comisión que desde mayo de 2001 los mandos militares recibieron informes de inteligencia que mencionaban la preparación de atentados contra Estados Unidos, "pero indicaban la posibilidad de acciones en Arabia Saudita, en el Golfo (Pérsico), o Turquía, o Italia".
"No recibimos informes que indicaran una probabilidad alta de ataques dentro de territorio continental de Estados Unidos, o del secuestro de aviones para usarlos en ataques", agregó.
Myers explicó que "inmediatamente después de los primeros ataques la preocupación principal del Pentágono fue determinar, primero, qué otras amenazas podía haber, y segundo qué otro ataque pudiera ocurrir, no sólo con aviones sino también con explosivos".
El NORAD se creó durante la Guerra Fría para detectar un eventual ataque con aviones y misiles desde la Unión Soviética. Desde comienzos de los años 90 y tras la reducción de la amenaza desde Rusia, ese mando ha cerrado 16 de sus 23 centros de operaciones.
Myers y el jefe del NORAD, general Ralph Eberhart, dijeron a la comisión que, antes de los atentados, no se percibía la amenaza de grupos terroristas al punto que motivara la preparación de una respuesta militar dentro de territorio estadounidense.
La investigación de la comisión también sacó a la luz las deficiencias en los radares de la Dirección Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) que dificultaron la ubicación y seguimiento de los aviones secuestrados.
El vuelo 77 de American Airlines no fue detectado hasta cinco minutos antes de que fuera estrellado contra el Pentágono, porque los controladores de la FAA lo perdieron de las pantallas de radar cuando fue secuestrado a cientos de kilómetros de Washington.
Esa mañana, la FAA y el NORAD recibieron numerosos informes de aviones que podrían haber sido secuestrados - "aviones fantasmas" los llamó Myers- lo que contribuyó a la confusión en la respuesta.
La FAA perdió durante más de 40 minutos el rastro del vuelo 93 de American Airlines, pero el mando del NORAD en el nordeste del país despachó aviones de combate para interceptar el vuelo 1989 de Delta, que al igual que los aviones usados en los atentados de Nueva York, había salido del aeropuerto de Boston.
El avión de Delta no había sido secuestrado y fue desviado a Cleveland. El avión de American secuestrado se estrelló en Pensilvania, y la versión oficial es que se dirigía a Washington cuando los pasajeros se rebelaron, atacaron a los terroristas y causaron su caída.