PARÍS.- Dos de los cuatro magrebíes franceses que retornaron a París el martes luego de permanecer poco más de dos años en el campo de detención estadounidense en Guantánamo, Cuba, dijeron haber sufrido todo tipo de humillaciones.
Los magrebíes hablaron de cárceles donde eran recluidos y golpeados, de humillaciones continuas y de terribles insomnios provocados por misteriosos fármacos suministrados por la fuerza.
"Hablan de repetidos maltratos en escenas que recuerdan de cerca a las de la prisión de Abu Grahib en Irak, aunque no sabían siquiera que existía una guerra en Irak", declaró hoy Jacques Debray, abogado de Nizar Sassi y Mourad Benchellali, capturados por los militares estadounidenses en Afganistán en diciembre de 2001 durante la cruzada contra los Talibán.
El letrado se reunió el viernes con Sassi y Benchellali, quienes hoy, junto a los otros dos recluidos de Guantánamo, Brahim Yadel e Imad Kanouni, fueron llevados ante el juez en temas antiterroristas tras 96 horas de permanecer en la policía.
La acusación formal es "asociación para delinquir con fines terroristas".
Los dos denunciantes dijeron al abogado defensor que ya en Afganistán, tras su captura, fueron obligados a desnudarse y a colocar sus cabezas en una morsa durante una revisión personal.
En el campo de detención de Guantánamo, al que definieron como "un infierno", fueron golpeados durante "meses" mientras permanecían confinados en pequeñas jaulas.
Fueron obligados a ingerir "sistemáticamente" medicamentos que, a menudo, causaban fastidiosas erupciones cutáneas y hasta 48 horas de insomnio.
Además, "aseguraron que algunos detenidos salen de allí completamente locos", subrayó el abogado Debray en declaraciones al diario Le Monde.
Los investigadores intentan establecer por qué los cuatro magrebíes terminaron en Afganistán.
Sassi tiene pasión por las armas, dijeron los investigadores, que le adjudicaron interés por el adiestramiento ofrecido por la organización terrorista Al Qaeda, pero los otros tres colocaron en primer lugar su fuerte compromiso religioso.
Brahim Yadel, el más religioso, confesó que estaba listo para cometer en nombre de la Guerra Santa cualquier acción que le hubieran ordenado.
Yadel, Sassi y Benchellali precisaron, por su parte, que desembarcaron en Afganistán tras una breve parada en Londres donde Al Qaeda puso a su disposición documentos falsos de identidad.
Según la Fiscalía parisina, esto autoriza plenamente no sólo la acusación de "asociación para delinquir con fines terroristas" sino también la de "uso y portación de documentos falsos".