NAYAF, Irak.- Soldados estadounidenses y rebeldes chiítas combatían el lunes encarnizadamente en la ciudad santa de Nayaf, registrándose múltiples explosiones e intercambios de disparos en torno a la mezquita del Imán Alí, donde se encuentran refugiados los seguidores del clérigo radical Moqtada al Sadr.
Al menos diez explosiones, algunas con descargas de artillería, se registraron en la zona cercana a la mezquita, donde la milicia de Sadr, el Ejército Mehdi, lleva desafiando al gobierno interino del Primer Ministro Iyad Allawi casi tres semanas.
Las granadas alcanzaron el patio de la mezquita de cúpula dorada, cuyos muros exteriores han resultado ligeramente dañados en los combates desde que comenzó la rebelión que ha causado la muerte a centenares de personas e impulsado los precios del petróleo a niveles récord.
Sin embargo, en una noticia que podría calmar a los nerviosos mercados del petróleo, las exportaciones de crudo iraquí volvieron el lunes a la normalidad por primera vez en dos semanas. Las exportaciones se habían visto muy reducidas debido al sabotaje y a las amenazas de los activistas.
El petróleo llegó a casi 50 dólares por barril la semana pasada, aunque los precios han bajado desde entonces. Los futuros del crudo del mercado neoyorquino para octubre se cotizaban el lunes a 47,04 dólares el barril.
Los combates en torno al lugar más sagrado de Irak para los musulmanes chiítas se redujeron en torno al mediodía, mientras que los tanques estadounidenses se retiraron de las posiciones que tomaron el domingo, cuando se acercaron hasta 800 metros del complejo.
Durante la noche, un avión AC-130 de Estados Unidos atacó posiciones rebeldes después de una semana de infructuosas conversaciones entre los ayudantes de Sadr y las autoridades religiosas para que entregaran las del templo al ayatola Ali al Sistani, el clérigo chiíta más respetado de Irak.
En una aparente rebaja de la demanda de Sadr de que el Ejército Mehdi proteja la mezquita incluso una vez que ésta sea entregada, un destacado ayudante del clérigo dijo que las autoridades chiítas serían las responsables.
“La comunidad religiosa estará a cargo de la seguridad y deberían tener su propia fuerza de seguridad”, dijo Sheikh Ahmed al Sheibani, también comandante de la milicia Mehdi.
En declaraciones a la prensa en el interior de la mezquita después de que mermaran los combates, Sheibani dijo también que los combatientes del clérigo se convertirían en “ciudadanos normales” si las fuerzas de Estados Unidos volvían a sus bases y la ciudad del sur del país se volvía estable.
Cambios de opinion de Sadr
La insurrección es un descarado desafío a Allawi, que asumió el poder de manos de los ocupantes hace dos meses y se enfrenta con la desesperanzada perspectiva de preparar a Irak para las elecciones del próximo enero.
Su gobierno ha intentado desactivar la crisis con una mezcla de amenazas de entrar en la mezquita y ofertas de paz.
El esquivo Sadr, cuyo paradero se desconoce, ha parecido en algunos momentos aceptar las demandas, pero finalmente las ha rechazado. Allawi ha insistido a Sadr en el desarme del Ejército Mehdi y en que lleve sus quejas a la arena política.
La mezquita ha sido el centro de la r que ha sembrado también de violencia otras siete localidades del centro y sur del país, incluido Bagdad.
En caso de que se ocasionen daños graves a la mezquita podría desatarse la furia de millones de chiítas y alimentar la hostilidad ante la presencia estadounidense en Irak.
El ejército estadounidense dijo que cuatro marines y un soldado fueron asesinados durante el fin de semana en incidentes diferentes.
También el domingo, un grupo iraquí que dijo tener vínculos con Sadr liberó al periodista estadounidense Micah Garen tras retenerlo en la localidad de Nasiriya, en el sur del país.
Otro grupo islamista colocó fotografías en su página web de doce nepalíes que dice tiene como rehenes porque cooperaron con las fuerzas de Estados Unidos.
Sadr, instigador de la resistencia chiíta en Irak, había insistido en que Sistani enviara una delegación para hacer inventario de los objetos valiosos de la mezquita para evitar que sus hombres fueran acusados de haber robado algo antes de entregar la mezquita.