SEÚL.- El Primer Ministro de Corea del Sur, Lee Hae-chan, negó hoy que Seúl esté buscando una cumbre con el régimen norcoreano sobre su programa nuclear y acusó al periódico japonés que publicó esa información de "malinterpretar" sus palabras.
Lee, según fuentes de su Gabinete citadas por la agencia surcoreana Yonhap, afirmó que el diario Nihon Keizai "interpretó mal" sus declaraciones, por lo que requirió una rectificación de esa información.
Ese diario japonés publicó hoy una entrevista con Lee en la que el primer ministro de Corea del Sur afirmaba que "en una cumbre intercoreana se podría encontrar la clave para resolver la cuestión nuclear", desatada por la reanudación por Corea del Norte de un programa orientado a fabricar armas atómicas.
Según lo publicado por el periódico, Lee señaló que Corea del Sur ya ha consultado al Norte sobre la posibilidad de esa cumbre, aunque evitó dar detalles sobre la respuesta de Pyongyang a tal iniciativa.
Cheong Wa Dae, la Casa Presidencial surcoreana, se refirió a la entrevista de Lee y rechazó los términos que parecen derivarse de la misma, indicando que la postura de Seúl de no celebrar en breve una cumbre con Pyongyang permanecía "inalterable".
"Corea del Sur podría impulsar la celebración de esa cumbre sólo en el caso de que pudiera imprimir un progreso significativo al asunto nuclear", afirmó Kim Jong-min, portavoz de Cheong Wa Dae.
Sin embargo, Kim explicó que aún no ha llegado el tiempo para sacar adelante esa cumbre y manifestó su confianza en que, si se alcanza un cierto progreso en la solución colegiada del problema nuclear con Corea del Norte, ello ayude a mejorar también las relaciones intercoreanas.
El pasado julio, el presidente surcoreano, Roh Moo-hyun, destacó la inconveniencia de una cumbre entre Seúl y Pyongyang en estos momentos debido a la falta de progresos en las conversaciones multilaterales para resolver la disputa con el Norte sobre su programa nuclear.
Sin embargo, el diario Nihon Keizai aventuró hoy que podría ser el líder de Corea del Norte, Kim Jong-il, quien viajara al Sur, en cumplimiento de la promesa que hizo en junio de 2000 durante la cumbre intercoreana de Pyongyang.
Lee precisamente acompañó al entonces presidente surcoreano, Kim Dae-jung, en su viaje al Norte para reunirse con Kim Jong-il, en una reunión que fue considerada un hito en las tormentosas relaciones que mantienen ambos países desde la firma del armisticio de 1953.
Esta polémica sobre la cumbre entre ambas Coreas se produce justo cuando corre peligro la celebración en septiembre próximo de la cuarta reunión multilateral sobre el programa nuclear norcoreano.
El régimen comunista amenazó esta semana con boicotear esa nueva ronda ante la "hostilidad" percibida en la actitud de Estados Unidos y, tras un intercambio de insultos entre el Gobierno norcoreano y el norteamericano, Pyongyang manifestó su intención de reforzar su poderío militar para garantizar su seguridad.
"Es una legítima medida de autodefensa para la República Democrática Popular de Corea el incrementar su fuerza militar de disuasión justo cuando EEUU pretende sofocar a Pyongyang por las armas", dijo el pasado lunes un portavoz norcoreano.
En Corea del Sur se encuentra desde ayer el enviado especial chino y cuarto en la jerarquía de poder de Pekín, Jia Qinling, para tratar de salvar con Seúl la celebración de la nueva ronda de conversaciones a seis bandas en septiembre.
En las negociaciones multilaterales sobre el programa nuclear que Corea del Norte reanudó en otoño de 2002 (al parecer para producir armas atómicas) participan ambas Coreas, China, Rusia, Japón y Estados Unidos.
En estas reuniones, EEUU ha exigido la renuncia total por parte de Corea del Norte de todos los componentes, civil y militar, de su programa nuclear para empezar a discutir otras cuestiones, como la reanudación de suministro energético internacional al régimen norcoreano.
Por su parte, para volver al Tratado de No Proliferación Nuclear que abandonó a principios de 2003, Pyongyang reclama un pacto de no agresión con EEUU y el inmediato compromiso de ayuda energética, algo que rechaza Washington.