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Baño de sangre cobra la vida de varios escolares

A las 13:07 suena la primera explosión. Con ella, el drama de los rehenes en el norte del Cáucaso vira hacia el peor de los desenlaces posibles.

03 de Septiembre de 2004 | 11:43 | Agencias
BESLAN, Rusia.- A las 13:07 suena la primera explosión. Con ella, el drama de los rehenes en el norte del Cáucaso vira hacia el peor de los desenlaces posibles. Cincuenta y un horas después del asalto contra los niños que celebraban en la escuela de Beslan alegremente el incio del año escolar se produce un baño de sangre.

Según fuentes oficiales, la protección civil rusa había acordado con los terroristas que los cadáveres que había en el patio del colegio iban a ser recogidos por dos coches. Pero entonces explota una granada.

Unos 40 escolares huyen y los terroristas abren fuego contra ellos. Las fuerzas de seguridad responden a los disparos. El tiroteo se transforma entonces en el asalto a la escuela, según la versión oficial.

Pero tampoco puede excluirse que el asalto este viernes al mediodía haya sido planeado.

En el techo del gimnasio se abre un agujero con explosivos. Minutos después de los primeros disparos, helicópteros de combate sobrevuelan la escuela. Los soldados ingresan en el centro, los terroristas se defienden.

Uno de ellos lanzó una granada de mano entre los niños y disparó contra ellos con una ametralladora, se dijo desde el gabinete de crisis.

En medio del caos, varios secuestradores consiguen huir a jardines y casas vecinos. Aparentemente, algunos de ellos aún tienen a niños como rehenes. Se produce un combate que se prolonga horas. De repente, los miles de civiles en la zona urbana colindante están en peligro.

A pesar del persistente tiroteo, los habitantes de Beslan pasan por todo hueco dejado por los soldados. Los familiares de los rehenes quitan los coches que bloqueaban los caminos de acceso a las ambulancias. En la caótica acción de rescate, a las numerosas ambulancias se suman varios vehículos privados.

Junto al centro cultural de la ciudad, dos días de miedo y desesperación casi desembocan en un linchamiento. Un policía arrastra a un hombre del brazo y una gran cantidad de gente se lanza sobre él. "No tengo nada que ver con ellos", grita el hombre defendiendo su vida. La policía tuvo que disparar al aire para salvarlo.

En la calle de Octubre, a unos 150 metros de la escuela, se sigue disparando tres horas después, pero las personas siguen ahí hombro con hombro.

Los cadáveres están cubiertos al costado del camino. Un hombre encontró a su hijo y llora agachado a su lado. Los soldados traen un montón de sacos para colocar los cuerpos. "¡Cuidado!", ordena un oficial. "Envuélvanlos con cuidado".

Lo que los niños, maestros y padres secuestrados sufrieron durante 51 horas se supo sólo poco antes del asalto. Los rehenes no recibieron nada de comer y sólo pudieron beber algo tras el primer día, relataron las mujeres que fueron liberadas la tarde del jueves con sus niños pequeños.

Los terroristas muchas veces disparaban al techo, para asustar a los niños que lloraban.

Sólo este viernes por la tarde los disparos fueron arreciando. Las personas están sentadas como aturdidas en la pequeña ciudad caucásica. Las noticias, buenas o malas, se hacen esperar.

Una mujer muestra comprensión por la intervención de las fuerzas de seguridad: "¿Qué soldado puede quedarse mirando cómo disparan contra niños?" Otra mujer se preguntaba incrédula: "¿Por qué contra los niños?".
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