SAN FRANCISCO, EE.UU.- La prohibición de la venta de armas de asalto en EE.UU. expira mañana, lunes, para regocijo de la poderosa Asociación Nacional del Rifle y ante el espanto de los grupos opuestos a la libre circulación de fusiles de uso militar.
Los fabricantes ya se frotan las manos ante la perspectiva de que las armas semiautomáticas, prohibidas desde 1994, puedan volver a venderse otra vez, algo que ocurrirá justo pasada la medianoche (07.00 GMT del lunes).
Las armas de asalto son fusiles militares, como el estadounidense M-16 o el ruso Kalashnikov. En su versión civil, son modificados para que no sean totalmente automáticos, sino semiautomáticos, es decir, que no disparen ráfagas sino una vez en cada ocasión que se aprieta el gatillo.
El fabricante Beretta USA ya tiene en oferta dos cargadores con la venta de ciertas armas, mientras que ArmaLite anima a los compradores a que comiencen a hacer pedidos de los rifles que han estado prohibidos todo este tiempo.
El veto a 19 tipos de armas diferentes fue obra del ex presidente Bill Clinton, como respuesta a algunos tiroteos indiscriminados con estos fusiles, entre ellos uno en un edificio público de San Francisco en 1993 que costó la vida a ocho personas y dejó heridas a otras seis.
A pesar de que el presidente George W. Bush dijo que apoyaba la prórroga de la prohibición, pero lo cierto es que ni la Casa Blanca ni la mayoría republicana en el Congreso han tomado medidas al respecto.
Su oponente, el demócrata John Kerry echó la culpa a Bush de este lapsus, y acusó al presidente de facilitar el camino a los terroristas.
Kerry recordó en un acto electoral el viernes que un manual de entrenamiento de la red terrorista Al Qaeda hallado en Afganistán incluía un capítulo en el que se sugería a los terroristas comprar armas de asalto en EE.UU.
Se trata de "las mismas armas que los agentes de policía de EE.UU. quieren fuera de las calles, no sólo para luchar contra el crimen normal, sino para luchar contra los terroristas", afirmó Kerry.
El demócrata acusó al Gobierno de Bush de ceder ante la Asociación Nacional del Rifle (NRA, siglas en inglés), que apoya con cuantiosas donaciones la campaña electoral del presidente.
Kerry, no obstante, realizó estas declaraciones en el tono ambiguo que, según sus enemigos políticos, le caracteriza, ya que al tiempo que criticaba a Bush recordó que él mismo es propietario de un arma y que apoya la segunda enmienda constitucional, que protege el derecho a disponer de una.
El demócrata busca así no perder terreno, sobre todo entre el electorado rural, en un asunto que muchos creen que costó a Al Gore la presidencia en el año 2000.
El líder del grupo republicano en el Senado, Bill Frist, dijo por su parte que "la voluntad de la gente es consecuente con dejar que la prohibición expire. Así que expirará".
La voluntad de la gente, no obstante, parece ser bien diferente. Una encuesta de la Escuela de Comunicación Annenberg, de la Universidad de Pensilvania, indica que el 68 por ciento de los estadounidenses está a favor de que se extienda la moratoria.
Chris W. Cox, uno de los líderes de la NRA, argumenta que estas pistolas "raramente se utilizaron para cometer crímenes antes de la prohibición, y ahora se puede decir que raramente se utilizarán para cometer crímenes después de la prohibición".
Sin embargo, expertos como Robert Spitzer, autor de "La política del control de armas" creen que estos fusiles son muy atractivos para los criminales.
Spitzer recuerda que algunas de las matanzas más terribles sólo concluyeron cuando los autores de los crímenes tuvieron que frenar los disparos para recargar el arma.
"La NRA, con todo su egoísmo, tiene la habilidad de derrocar la voluntad de la gente", dijo Dianne Feinstein, la senadora por California que impulsó la medida que expirará, salvo que ocurra un milagro, a primera hora del lunes.