BESLAN, Rusia.— Dos semanas después de que extremistas armados tomaron más de 1.200 rehenes en una escuela de Beslan, los alumnos de este afligido pueblo del sur de Rusia comenzaron a regresar a clase, acompañados por familiares nerviosos y policías armados.
Los alumnos vestidos de oscuro y las chicas adornadas con lazos de encaje comenzaron el día con un minuto de silencio para recordar a las casi 340 víctimas -casi la mitad niños- de la toma de la escuela número 1, que duró tres días e hizo el nombre de este pueblo industrial sinónimo de terrorismo.
Un funcionario indicó que los investigadores intensifican sus pesquisas acerca de cómo las agencias policiales y de seguridad reaccionaron durante la toma de la escuela, hace dos semanas.
"Cuando ocurre una cosa tan terrible, el profesionalismo es de importancia primordial. ¿Por qué se permitió que ocurriese?", dijo el viceprocurador general Vladimir Kolesnikov en una reunión con el presidente de la región de Osetia del Norte, Alexander Dzasokov, donde ocurrió la toma de rehenes.
"Se hará una investigación completa... para determinar las actividades de los jefes de las estructuras de poder... para determinar por qué permitieron que ocurriese y cómo reaccionaron bajo esas circunstancias", agregó.
Las clases debían haber comenzado el martes en las siete escuelas de Beslan -salvo la número 1- pero las autoridades decidieron aplazar la apertura para dar a la policía y al ejército más tiempo para registrar los edificios de las escuelas en busca de armas y explosivos.
Hoy guardias policiales armados con fusiles se apostaron a las entradas de las escuelas para recibir a los pequeños grupos de estudiantes que iban llegando.
Sólo uno de cada cuatro estudiantes de Beslan se presentó en las aulas, según versiones de prensa, pero los funcionarios esperan que ese número aumente paulatinamente. Los estudiantes de la escuela número 1 fueron exceptuados de la asistencia a clases.
El edificio de su escuela quedó casi completamente destruido, y los sobrevivientes del asedio y sus familiares recibieron estipendios para viajar al balneario de Sochi, en el Mar Negro, y a otros lugares, donde serán sometidos a tratamiento.