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Laura Bush y Teresa Kerry, batalla de estilos

La esposa del Presidente estadounidense es una mujer conservadora, que mantiene un discreto segundo plano. La esposa del candidato demócrata es una mujer que no duda en dar su opinión y mostrar su desagrado cuando algo no le gusta.

13 de Octubre de 2004 | 08:36 | DPA
WASHINGTON.- Cuando los políticos estadounidenses dan grandes discursos o se lanzan puñaladas dialécticas en un debate televisado para millones de personas, las cosas siempre vulven a la armonía al final: allí entran en escena los estadistas y las esposas, hay abrazos y besos.

"Estuviste grandioso, cariño", le dijo claramente Laura Bush a su marido Presidente después de que se enfrentara ante las cámaras al aspirante demócrata, el senador John Kerry. Teresa Heinz Kerry tuvo otras palabras para su marido: "Hombre, haz más ruido", o algo parecido pareció ser su veredicto.

El contraste entre la actual primera dama y su aspirante a sucesora no podría ser mayor.

Laura Bush, de 57 años, es firme y tiene un peinado prolijo, se viste de manera conservadora y públicamente sólo muestra admiración por su marido.

Teresa Heinz Kerry, a sus juveniles 66 años, ha vivido en tres continentes, habla cinco idiomas, tiene un llamativo revoltijo de rulos en la cabeza y se viste de manera cuanto menos llamativa. Cuando su marido, ningún especialista en levantar pasiones hablando en público, da un discurso demasiado largo, Teresa no esconde su aburrimiento.

"Está mal acostumbrada y a veces tiene dificultades para tocar el segundo violín", dijo un asesor de Kerry al "New Yorker".

En el hogar de los Bush, la discusión marital es un concepto desconocido. "Tengo que pensar... Antes peleábamos sobre cómo se cuelgan las toallas, pero ya no necesitamos eso en la Casa Blanca", confesó Laura a la revista "GQ".

Lo más impactante que se le conoce es el ultimátum que le dio a su marido: "Jim Beam o yo". Bush, de entonces 40 años, dejó el whisky inmediatamente.

Teniendo en cuenta el temperamento de la señora Kerry, uno puede imaginar que los muros tiemblan cuando la mujer de la casa se enoja. La multimillonaria, casada en primeras nupcias con el heredero del imperio del ketchup John Heinz, no suele morderse la lengua. "Una bala de cañón suelta", se preocuparon los estrategas demócratas desde el principio.

Acompaña a su marido en las apariciones públicas que elige, habla abiertamente sobre sus tratamientos antiarrugas con bótox y afirma al micrófono que castraría al hombre que la engañe.

A los estadounidenses esta sinceridad les parece más bien chocante. Según una encuesta del periódico "Los Angeles Times", el 75 por ciento encuentra a Laura Bush simpática, pero sólo el 35 por ciento puede decir lo mismo de Teresa Kerry, que de mudarse a la Casa Blanca sería la primera dama más vieja en hacerlo y la segunda extranjera después de Louisa Quincy Adams.

Bush abandonó su trabajo como bibliotecaria para criar a las mellizas Jenna y Barbara, ahora de 22 años. Heinz Kerry, nacida en el Mozambique colonial en el seno de una familia de un médico portugués, trabajó hasta su boda como intérprete de Naciones Unidas en Nueva York. Tiene tres hijos. Su primer marido murió en un accidente de helicóptero en 1991. Desde entonces dirige la próspera fundación familiar, involucrada sobre todo en proyectos ambientales.

Las entre tanto populares hijas de Bush y Kerry cautivaron al público en las Convenciones Nacionales que proclamaron candidatos a sus padres.

Alexandra, de 31 años, y Vanessa Kerry, de 27, afirmaron entonces que su padre tiene un corazón tan grande que una vez intentó salvar a un hámster ahogado aplicando respiración boca a boca.

"Nosotros también teníamos un hámster", respondieron Barbara y Jenna un mes más tarde ante los republicanos en Nueva York. "Sin entrar en detalles: el nuestro no sobrevivió".