REAL, Filipinas.- Varios helicópteros distribuían el sábado alimentos y transportaban los cadáveres de las víctimas de una serie de tormentas, la cual dejó más de 640 muertos y casi 400 desaparecidos en el norte de Filipinas.
Los funcionarios, preocupados por la reducción rápida en la existencia de alimentos, solicitaron más víveres, ropa seca, medicamentos y materiales de construcción, con el fin de ayudar a que miles de aldeanos se recuperen de la devastación dejada por una tormenta y un tifón.
En la población costera de Real, la más afectada, cientos de residentes formaban fila para recibir alimentos en una escuela acondicionada como centro asistencial. Real se encuentra en la provincia de Quezón, unos 70 kilómetros al oriente de Manila.
Varios soldados del ejército distribuían huevos cocidos entre numerosas ancianas y niños.
"Si sigue llegando ayuda, podremos salir adelante", dijo el alcalde Arsenio Ramallosa, mientras supervisaba la distribución de víveres. "Pero actualmente, el suministro de alimentos por parte del gobierno nos duraría sólo tres días".
Los datos oficiales divulgados más temprano indicaron que había más de 650 muertos por las tormentas, pero el recuento más reciente, difundido el sábado, señaló que el saldo es de 640 fallecidos.
La presidenta Gloria Macapagal Arroyo, con las botas enlodadas tras visitar varias zonas afectadas por el tifón cerca de Real, viajó a la población junto con varios asesores, a bordo de tres helicópteros. Fue aplaudida por los residentes de Real, donde había más de 240 muertos y 144 desaparecidos.
Arroyo estrechó la mano de varias ancianas, niños y soldados, a quienes les dijo: "Felicidades, ustedes son héroes".
Más tarde, la presidenta ingresó en un centro asistencial para distribuir bolsas de arroz y sardinas enlatadas. Entregó un cheque de un millón de pesos (17.850 dólares) para financiar las actividades de ayuda a la población.