NUEVA YORK.- Un diplomático brasileño que arriesgó su vida y su carrera para salvar a cientos de personas del exterminio en los campos de concentración nazi recibe hoy un homenaje en Nueva York al cumplirse los 50 años de su fallecimiento.
La historia de Luiz de Souza Dantas, el embajador de Brasil en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, permaneció durante décadas en el anonimato.
Un historiador brasileño, Fabio Koifman, ha desvelado en un libro la acción heroica del diplomático, quien salvó la vida de cientos de personas que buscaban abandonar Francia tras la ocupación nazi.
Movido por lo que consideraba un sentimiento de misericordia cristiana, Souza Dantas otorgó visados a cientos de individuos que pudieron huir a Brasil pese a que desde el punto de vista del servicio de inmigración brasileño, eran indeseables.
En entrevista con EFE, Koifman explicó que se trataba de judíos, o personas que no se consideraban como tales pero, por tener antepasados judíos, eran clasificados así por el Gobierno alemán.
También había homosexuales y ciudadanos brasileños que habían luchado en el bando republicano durante la Guerra Civil española y huido a Francia, donde no podían trabajar ni abandonar el país ya que, por las leyes brasileñas de la época, habían perdido la nacionalidad, señaló.
Se desconoce el número exacto de personas a las que ayudó Souza Dantas, pero por los documentos que ha encontrado Koifman en una investigación que duró tres años, fueron al menos 500.
La cifra podría ser más alta -e incluso en algún documento se menciona un millar-, ya que hay muchos que nunca llegaron a Brasil y simplemente utilizaron los documentos para abandonar Francia, comentó el historiador.
Las acciones ilegales del diplomático fueron investigadas por el Gobierno brasileño que, en diciembre de 1940, le prohibió expedir más visados, una función que, por otra parte, correspondía al cónsul, no al embajador.
Pese a todo, Souza Dantas continuó ayudando a los fugitivos, por ejemplo con visados a los que ponía una fecha anterior a la prohibición, y, en alguna ocasión, recurrió a los cónsules en Cádiz y Casablanca para tramitar los visados.
La coyuntura geopolítica, en especial la ruptura de relaciones diplomáticas entre el Gobierno de Brasil y los de Alemania, Japón e Italia, hizo que se archivara la investigación.
El embajador, que tras las denuncias de irregularidades fue retirado del servicio diplomático, fue trasladado en enero de 1943, junto con el personal de la embajada, a Alemania, donde permaneció hasta su entrega a Brasil en un intercambio de brasileños por alemanes.
A su regreso a Brasil en 1944, vivió en el ostracismo, pero tras la caída del Gobierno del dictador Getulio Vargas fue el primer brasileño que se dirigió a la Asamblea General de la ONU, en 1946, indicó el historiador.
Entre las personas que lograron huir con su ayuda está el director de teatro polaco Zbigniew Ziembinski, considerado uno de los mayores revolucionarios de las artes escénicas de Brasil, quien llegó a Río de Janeiro en 1941 y se refirió a él como un "Quijote", según el historiador.
El libro, que Koifman inició para su maestría, se titula precisamente "Quixote nas trevas" (Quijote en las sombras).
El Consulado de Brasil en Nueva York ha decidido dar a uno de sus salones el nombre del diplomático, cuyo retrato se desvelará hoy en una ceremonia en la que intervendrá el cónsul Julio Gomes dos Santos y el Fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallengerg, promotora del homenaje.
Además, la Fundación, una organización no gubernamental dedicada a promover la paz, y desarrollar proyectos educativos basados en la solidaridad, el diálogo y el entendimiento, entregará dos medallas, una para el consulado, y otra al historiador, quien llegó a reunir 7.500 documentos para este trabajo.
Souza Dantas, que algunos han llegado a calificar como el equivalente brasileño de Oskar Schindler, el industrial alemán cuya vida fue llevada al cine, fue reconocido en junio del año pasado como un "Justo entre las Naciones".
Este es un honor que concede el Museo del Holocausto, en Israel, a personas no judías que se arriesgaron por el bien de otros durante el holocausto.