NUEVA YORK.- Estados Unidos y el Gobierno interino iraquí pidieron hoy en una reunión abierta del Consejo de Seguridad más presencia de la ONU en Irak para ayudar en el proceso electoral y en la reconstrucción económica del país árabe.
Durante la reunión se debatió el último informe del secretario general de la ONU, Kofi Annan, sobre la situación en Irak, y el embajador de EE.UU., John Danforth, informó de las actividades de la fuerza multinacional (MNF).
Danforth consideró “alentador” el informe de Annan, pero enfatizó que la situación en Irak “requiere de una mayor presencia de la ONU para que se pueda llevar a cabo con éxito las elecciones y en la reconstrucción económica del país”.
Por ello, hizo un llamado a la comunidad internacional para que aporten efectivos y asistencia financiera para crear una unidad especial de protección para el personal de la ONU.
Actualmente, explicó, la fuerza multinacional está compuesta por 150.000 soldados y junto con el Gobierno iraquí y algunas organizaciones no gubernamentales, están realizando un esfuerzo notorio en la asistencia humanitaria y de reconstrucción.
Destacó también que la MNF está intentando combatir la inseguridad apaciguando a los “que se oponen a la paz” y recogiendo información de inteligencia para combatir a los “terroristas”.
En la actualidad, ya han reclutado a unos 16.400 efectivos para las fuerzas de seguridad iraquíes que están adiestrando, un número tres veces mayor que el que disponían en el último informe ante el Consejo de Seguridad hace tres meses.
Al final de su intervención, Danforth enfatizó que las elecciones de enero no “son el final de un proceso, sino el comienzo hacia la democratización de Irak”, por lo que el apoyo de la ONU es “esencial”.
El embajador de Irak ante la ONU, Samir Shakir Mahmood Sumaidie, se unió a la petición de EE.UU. para que el organismo internacional se implique más en el país árabe.
Afirmó con dureza que la ONU no puede excusarse más diciendo que enviará más personal “si las condiciones de seguridad lo permiten” y puntualizó que su presencia no sólo se requiere en la preparación de elecciones, sino también en los aspectos humanitarios.
Por eso, instó a Annan a que nombre un sustituto para Ross Mountain, quien dejó el mes pasado la coordinación humanitaria, de la que se hizo cargo poco después de que falleciera el representante especial del organismo en Irak, Sergio Vieira de Mello.
Precisó que la ONU debería desplegar personal no sólo en Bagdad, sino también en otras áreas del país, como Arbil, al norte, y Basora, al Sur, en donde las condiciones de seguridad han mejorado notablemente.
Su argumento es que una mayor presencia de la ONU “permitiría incrementar la supervisión” ante las posibles campañas de intimidación de los que piden el boicot de las elecciones, así como “aumentaría la credibilidad del proceso electoral”.
Annan autorizó hace un par de semanas el aumento de hasta 59, el número de empleados internacionales de la ONU que enviaría a Irak, frente a los 35 que tenía hasta el momento, de los cuales 25 serán expertos electorales.
En la reunión del Consejo, también participó el representante de la ONU en Irak, el diplomático paquistaní, Ashraf Qazi, quien subrayó que las próximas elecciones representan “una prueba del nuevo orden político y del proceso de transición”.
Tras reiterar el compromiso de la ONU en la estabilización de Irak, mostró su preocupación porque aún existe parte de la población iraquí que “se siente alienada o excluida en el proceso político”.
De este modo, insistió en que el éxito en la transición dependerá de que las elecciones se conviertan en una “plataforma de expresión de todas las opiniones políticas en Irak”.
Qazi indicó que las elecciones a la Asamblea Nacional Transitoria previstas para el 30 de enero de 2005 son “técnica y logísticamente posibles”, pese a que sólo faltan unas semanas.
Esta Asamblea se encargará de redactar una Constitución, que deberá ser refrendada mediante un referendo en octubre, y luego se celebrarán elecciones generales legítimas en diciembre del 2005.
Estados Unidos y el Gobierno iraquí, respaldado por todos los miembros del Consejo, mantienen las elecciones del 30 de enero, pese a la oposición y boicot anunciado por algunos sectores iraquíes.