SYDNEY.- Existen decisiones difíciles y aquellas que uno reza nunca tener que enfrentar. A Jillian Searle le tocó vivir la segunda alternativa. La pesadilla. Estando en Phuket, Tailandia, esta australiana debió elegir entre sus dos hijos para salvar sólo a uno y a sí misma.
Estando en la piscina de su hotel, Jilian se dio cuenta de la violenta crecida del agua y que no podría salvar a Lachie, de 5 años, y Blake de 20 meses.
"Sabía que si los sostenía a los dos, moriríamos todos", explicó a CNN. "Le supliqué a una mujer que agarrara a Lachie. Cuando volvimos a verla más tarde, nos dijo: "Lo siento mucho... tuve que soltarlo", añadió Jilian entre gemidos.
La dantesca escena era vista por el padre de los menores, Brad, quien había ido a la habitación de la familia para buscar un pañal. Desde el balcón observaba la desesperada lucha de su mujer y sus hijos.
"Vi llegar la segunda ola y supe que mi hijo se había quedado allí abajo solo. Fue el peor momento de mi vida", explicó Brad.
Con lágrimas en los ojos Jilian prosigue relatando, "Lachie es el más grande de los dos y pensé que podía sobrevivir mejor que Blake".
Y así fue. Milagrosamente, Lachie, que no sabe nadar, logró aferrarse a un poste del vestíbulo del hotel y mantener la cabeza fuera del agua hasta que se calmó la furia del mar.
"Llamé a mamá durante mucho rato y entonces me quedé quieto", contó el menor a su padre más tarde. "Tengo las manos sucias y necesito lavar mi ropa", añadió el niño.
Sus padres pasaron frenéticas horas buscando a Lachie, a quien encontraron caminando junto a un guardia de seguridad.
"Tenemos muchísima suerte de poder irnos con nuestros hijos, uno de los cuales no sabe nadar y tiene pánico al agua -incluso en la piscina de su casa- y el otro, que es un bebé", decía a los periodistas Jillian Searle a su regreso a Perth. "Simplemente no puedo creerlo", concluyó la feliz mamá.
