WASHINGTON.- Los bailes de gala coronaron anoche las ceremonias de investidura del Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en una ciudad desbordada por la presencia policial y dominada por un desenfrenado entusiasmo republicano.
Más de 50.000 personas asistieron a los festejos, que se realizaron con la pompa que marcó esa jornada inaugural, en la que abundaron los sombreros y las botas típicas de Texas, patria chica del Presidente.
Washington era ayer una ciudad llena de ciudadanos ataviados con abrigos de piel, pajaritas y piedras preciosas, que desentonaban un poco con los platos de plástico en los que se sirvió la cena de los bailes.
Pero, salvo contadas ocasiones, los asistentes no se quejaron de la organización y celebraron por todo lo alto la victoria del líder republicano.
Bush, acompañado de la primera dama, Laura, y de sus hijas Barbara y Jenna , acudió a las nueve fiestas, a las que se bautizó con nombres tan patrióticos como Constitución, Independencia o Comandante en Jefe.
La primera aparición de la familia Bush tuvo lugar en el Hotel Hilton en medio de fuertes medidas de seguridad y el júbilo de los asistentes.
Impresiones
Eilenn Sannes, un ama de casa de Wisconsin que viajó esta semana con su esposo a la capital estadounidense, era una de las muchas fanáticas del líder republicano que poblaban la fiesta del lujoso hotel de la capital estadounidense.
"Estoy orgullosa del Presidente", señaló Sannes, quien espera que Bush siga "liberando al mundo", porque hasta que eso no ocurra "nosotros no seremos libres".
Bush se encargó de satisfacer las expectativas de sus seguidores, a quienes prometió defender la democracia dentro y fuera de casa.
Sus promesas desataron una ferviente aclamación en la sala del hotel, donde los modelitos de la primera dama y de sus hijas eran uno de los temas de conversación.
Laura Bush lució un vestido blanco de Oscar de la Renta y "las niñas" lucían modelos de los diseñadores neoyorquinos Mark Badgley y James Miscka, uno azul para Barbara, y otro verde para Jenna.
"Me encantó el vestido de Jenna", aseguró Stephanie Layton, una republicana de Washington.
Críticas
Y mientras en el Hilton corría el champán, en el resto del país más de uno se rasgaba las vestiduras ante el alarde de opulencia de estos festejos.
"Me parece indigno que en tiempos de guerra como estos se haya derrochado tanto dinero", aseguró Robert Dallek, un historiador Presidencial, que cree que esta investidura, "dice mucho de la preocupación que existe con el estatus en esta sociedad".
Los que como Susan Aldersley tiraron la casa por la ventana esta semana no quieren ni oír hablar de las críticas por el millonario desembolso de esta inauguración.
"Quienes critican al Presidente por haber gastado mucho en esta inauguración son unos perdedores", aseguró Aldersley, una republicana de Washington.
Bush, a diferencia de otros Presidentes en tiempos de guerra como Franklin Delano Roosevelt, que en 1945 recortó los gastos de la jornada inaugural, no ha escatimado recursos.
Con nueve bailes de gala, varias cenas a la luz de las velas y distintos conciertos, la 55 ceremonia inaugural va camino de convertirse en la más opulenta de la historia, con un presupuesto que según los últimos datos ronda los 40 millones de dólares, de fondos privados.
Pese a todos los fastos, Bush no es un Presidente amante de la fiesta.
Durante la jornada de ayer, el Presidente bailó con la primera dama como manda la tradición, pero sólo unos segundos pese a que la orquesta tocaba aquello de "Podría bailar contigo toda la noche".
A las 10 de la noche, Bush ya estaba de vuelta en la Casa Blanca, una hora y media antes de lo previsto.
Durante los últimos cuatro años, los Bush no se han caracterizado por su espíritu festivo.
A diferencia de otras parejas presidenciales como los Reagan, que disfrutaron de una agitada vida nocturna, con los Bush las luces de la Casa Blanca se apagan alrededor de las diez de la noche.
"Este es el primer gobierno que yo recuerdo que no ha jugado un papel destacado en la vida social de Washington", aseguró Chuck Conconi, editor de la revista "Washingtonian", que ha cubierto la vida social en Washington durante más de 30 años.
"Este Presidente simplemente no sale y además ha habido muy pocos eventos sociales en la Casa Blanca", señaló Conconi.