BAGDAD.- Cerca de 14 millones de iraquíes fueron llamados a decidir este domingo por primera vez en décadas, y hasta cierto punto en libertad, su futuro político.
111 partidos, alianzas electorales y candidatos individuales compiten por las 275 bancas de la Asamblea Nacional. También se elegirá un parlamento para la región kurda semi autónoma en el norte del país y 18 concejos provinciales.
El resultado recién sería difundido por la Comisión Electoral iraquí en siete o diez días, aunque el escrutinio provisorio podría conocerse a principios de la semana.
Son enormes las dificultades que vive este país sumergido en la violencia y la falta de energía y combustible. Por eso no habrá durante la noche del domingo pronósticos ni resultados en base a sondeos a boca de urna. Para muchos la pregunta no es quién ganará sino quiénes participarán.
Influyentes clérigos sunitas llamaron a boicotear los comicios convocados bajo la ocupación estadounidense. La principal agrupación política sunita, el Partido Islámico Iraquí (IIP), retiró a sus candidatos.
Entre el 20 y el 25 por ciento de la población del país del Golfo Pérsico es sunita. Pero entre la mayoría chiita, 60 por ciento de la población, y los kurdos, 15 por ciento, domina la opinión de que estas elecciones son necesarias, independientemente de la presencia de soldados estadounidenses.
Las consideran el vehículo que los ayudará a salir de la opresión y la persecución que sufrieron bajo la dictadura de Saddam Hussein, en la que los sunitas eran privilegiados, y obtener un lugar de liderazgo en el nuevo sistema político.
La resistencia armada de los sunitas y de las agrupaciones islámicas terroristas más o menos relacionadas con ellos, entre ellas el terrorista jordano Abu Mussab al Zarkawi, le declaró la guerra a las elecciones.
La democracia es un ’’principio pecaminoso’’ que aleja a las personas de Dios, según afirma Zarkawi desde la clandestinidad. Es una guerra sucia y sangrienta. En los territorios sunitas cada día vuelan por los aires locales electorales y son asesinados policías, funcionarios, candidatos y colaboradores electorales.
Las autoridades iraquíes quieren frenar el terror con medidas de seguridad sin antecedentes. Las fronteras fueron cerradas desde el viernes, rige el estado de sitio durante las noches y durante la jornada electoral se prohibirá viajar.
En tanto, la lista de la mayoría de los candidatos se mantuvo en secreto, aunque puede ser consultada por los votantes en los locales electorales. Estas condiciones irregulares hacen temer a algunos observadores que los comicios puedan ser influidos por presiones y manipulaciones.
Se estima que la lista de unidad chiita Alianza Iraquí Unida (UIA) conseguirá el triunfo electoral, ya que cuenta con el respaldo indirecto del gran ayatolá Ali al Sistani, y está muy bien organizada en el sur de Irak.
El primer ministro de transición Iyad Allawi espera atraer con su Lista Iraquí a otros sectores chiitas y los sunitas que acepten acudir a las urnas. Por su parte, el bloque de los dos partidos kurdos apuesta a su clientela étnica en el norte del país.
El futuro gobierno podría demandar el retiro de las tropas estadounidenses, pero no se apurará a reclamarlo. Allawi, que podría ser considerado como el favorito no declarado de los estadounidenses, aseguró en su última conferencia de prensa en Bagdad que una agenda concreta para el repliegue de las tropas norteamericanas sería en este momento ’’sin sentido y peligrosa’’.
Primero, las propias fuerzas de seguridad iraquíes deberían transformarse en una tropa eficaz. Pero nadie se anima a anticipar cuándo podría ocurrir eso.