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El caso de Terry Schiavo evidencia un debate mundial abierto

Dejar morir, asistir en la muerte, o facilitar la vida en pacientes irrecuperables. Una discusión con demasiados enfoques y argumentos.

24 de Marzo de 2005 | 08:50 | Alejandra Guaita Rojas

Terri Schiavo junto a su madre, Mary Schindler.
SANTIAGO.- El caso que ha remecido a la opinión pública mundial sigue dando que hablar. La estadounidense Terri Schiavo cumple hoy seis días sin recibir agua ni alimentos, mientras sus padres aún luchan por conseguir que le reinserten la sonda que la mantuvo con vida artificialmente durante quince años. Esto se complica aún más si se toma en cuenta que el Tribunal Federal de Apelaciones de Atlanta rechazó reconectarla la madrugada de ayer.

Schiavo quedó en "estado vegetativo permanente" a los 27 años tras una crisis cardíaca, aparentemente desencadenada por una fuerte disminución de potasio en su sangre, causándole un daño cerebral severo. Desde ese entonces y hasta el viernes pasado, sobrevivió con la ayuda de los médicos y su familia.

Este caso también se asocia al de Ramón Sampedro, en quien se inspiró el filme ganador del Oscar a la Mejor Película Extranjera, "Mar Adentro". En España este hombre tetrapléjico pasó más de 25 años exigiendo a la justicia su derecho a poner fin a su vida. El 12 de enero de 1998 murió y a los pocos días se descubrió, ante la conmoción de todo el país, que había fallecido tras beber un vaso con agua y cianuro.

Unos la apoyan, otros la rechazan
Dignitas es una institución que fue fundada en 1998 por Ludwig Minelli, un ex periodista de 72 años que se especializaba en historias sobre abuso de los derechos humanos, y que ayuda a morir a los enfermos que no ven otra salida. En 2001, las suscripciones llegaban más de 2000, y según las cifras entregadas, Dignitas ha asistido a más de 140 pacientes en su última hora.

Hay otras organizaciones que están a favor de la eutanasia, como la
Fundación Derecho a Morir Dignamente, en Colombia y España ; la Sociedad Hemlock en Estados Unidos; la Sociedad para la Muerte en Inglaterra, y la suiza Exit, que ayudó a morir a 48 personas entre 1990 y 2000.

Pero también existen variadas instituciones que están totalmente en contra de la eutanasia, ya sea porque contradice sus valores médicos o religiosos. En primer lugar está la Iglesia Católica, que ha rechazado tajantemente tal posibilidad, la Fundación Familia y Vida, y Muerte Digna, que defienden el derecho a la vida a toda costa.
Repartió 11 llaves entre sus amigos, y a cada cual le encomendó una tarea. Uno de ellos se encargó de recoger la carta de despedida que garabateó con la boca. Y otra, tal vez la más importante, se ocupó de su último deseo: grabar en video el acto íntimo de su muerte. Hoy se sabe que quien estuvo con él en ese momento fue Ramona Maneiro.

Pero también hay otros casos conocidos en el mundo, como por ejemplo el de Vincent Humbert y Karen Ann Quinlay. En Francia el 24 de septiembre de 2003, y siguiendo al pie de la letra el plan que había trazado su hijo, Marie Humbert le inyectó una dosis masiva de barbitúricos para poner fin a una agonía que, tras un accidente automovilístico, lo tuvo postrado en una cama durante tres años.

Pero la inyección no fue suficiente, y Vincent entró en un coma profundo. Dos días más tarde fue su médico, Fréderic Chaussoy, quien lo desconectó del respirador artificial, dejándolo morir.

Por su parte, Karen Quinlay, el 15 de abril de 1975, cayó en coma por un supuesto abuso de alcohol y drogas, originando una histórica batalla legal sobre si debía permitírsele morir o mantenerla viva por medios artificiales.

La atención mundial se centró sobre su caso cuando sus padres adoptivos, Joseph y Julia Quinlan, ambos católicos, se propusieron retirarle el respirador que sostenía su vida. Al año después del accidente, fue desconectada, pero para sorpresa de todos siguió respirando, y se mantuvo con vida por 9 años más, asistida por los doctores para alimentarse.

La inyección que duerme para siempre

Según una publicación del miembro de la Comisión de Bioética de México, Arnoldo Kraus, "la eutanasia implica la muerte sin sufrimiento que se practica en los pacientes incurables y quienes usualmente padecen dolores físicos intolerables y persistentes, como causa de enfermedades fatales".

Hay dos tipos: la pasiva y la activa. La primera puede revestir dos formas, la abstención terapéutica y la suspensión terapéutica. En el primer caso no se inicia el tratamiento, y en el segundo se suspende el ya iniciado, ya que se considera que más que alargar la vida se prolonga la muerte.

La segunda implica la acción encaminada a producir la muerte de un ser humano acorde con sus deseos, donde por lo general el acto es ejecutado por un médico. Acá se coloca una primera inyección, que consta de un sedante que duerme profundamente al paciente, y le produce un coma. Una vez que está relajado, viene una segunda inyección, que es el producto que mata. En la práctica, relaja los músculos hasta que la persona deja de respirar.

También existe la eutanasia no voluntaria. De acuerdo a lo que dice Peter Singer en el libro "Practical Ethics", ésta es la aplicación de la eutanasia en aquellos seres incapaces de dar su consentimiento, como lo serían infantes incurables o con malformaciones, o adultos, que ya sea por enfermedad, accidente o edad, hayan perdido la aptitud de comprender y decidir acerca de su estado y futuro.


Carla Gilmore sostiene una pancarta durante una manifestación en el exterior del hospital Woodside en Pinellas Park, Florida, donde está internada Terri Schiavo.
Legislación a nivel mundial

En Chile la eutanasia no está permitida. En diciembre de 2002 los diputados se opusieron a la eutanasia pasiva, y rechazaron la posibilidad presentada en la ley de Derechos y Deberes de los pacientes. En la ocasión, se restringió sólo para casos en que la muerte es inminente. Pero hay dos países donde la eutanasia no es un delito: en Holanda y Bélgica.

El 1 de abril de 2002 Holanda se convirtió en el primer país del mundo en legalizarla. En rigor, en el Código Penal ésta sigue siendo un crimen; sin embargo, tras la modificación de la ley, se añadió un artículo que exime de responsabilidades a los médicos que cumplan una serie de criterios específicos para practicarla. Dos son las condiciones principales para que la eutanasia sea legal: que el paciente tenga una enfermedad sin ninguna posibilidad de cura, y que el dolor sea insoportable. El doctor debe estar convencido de eso y, por supuesto, también puede negarse.

Según cifras del Ministerio de Salud de ese país, cada año mueren cerca de 3 mil personas a raíz de la eutanasia.

En Bélgica ese mismo año se determinó que el médico no cometería una infracción si el paciente mayor de edad, capaz y conciente en el momento de su demanda, aquejado de un "sufrimiento físico o psíquico constante e insoportable" causado por un accidente o patología incurable, se encuentra en una situación sin vuelta atrás. El proceso es tutelado por el médico del paciente, que debe contar siempre con la opinión de un segundo facultativo y hasta un tercero si la dolencia no es mortal.

También hay algunos países que reconocen la eutanasia pasiva. En Francia, el Parlamento aceptó a fines del año pasado una propuesta que define el derecho a "dejar morir" a los enfermos incurables, quienes podrían decidir limitar o suspender todos los tratamientos médicos, mientras que en Suiza un médico está autorizado a proporcionar una dosis mortal de algún medicamento a una persona desahuciada que desee morir, pero es el propio paciente el que debe ingerir la sustancia.

En Noruega se autoriza a petición de un paciente agonizante o de sus allegados si él no se puede comunicar, mientras que en Dinamarca se puede hacer un "testamento médico" que los doctores deben respetar en caso de que una persona sufra un accidente o una enfermedad incurable.

En Alemania, Austria y España, la jurisprudencia admite la eutanasia pasiva cuando el enfermo ha expresado claramente su deseo a morir. Por ejemplo, el Parlamento de Cataluña aceptó que el paciente dejara un "documento de voluntades anticipadas", donde exprese por escrito y ante notario, las instrucciones a seguir por su médico en caso de que su enfermedad esté tan avanzada que éste no pueda dar su opinión acerca del tratamiento a seguir.

En el Estado de Oregon, Estados Unidos, un referéndum aprobó la muerte asistida en noviembre de 1994, y promulgó la Ley de Muerte con Dignidad, mientras que en Suecia es posible una asistencia médica al suicidio y, en casos extremos, los médicos pueden poner fin al tratamiento.

En 1997 los magistrados de la Corte Constitucional colombiana señalaron que la eutanasia era válida en ese país, despenalizando a los médicos que la aplicaran, siempre y cuando contaran con la autorización de pacientes cuya enfermedad no tuviera cura.

Pero también hay Estados que prohíben la eutanasia en todas sus formas, como es el caso de Polonia, donde ésta se castiga con entre 3 meses y 5 años de cárcel aunque, en casos excepcionales, el tribunal puede aplicar un atenuante de la pena, mientras que en Grecia está totalmente prohibida y no es objeto de debate público.

En el Código de Leyes Judías, vigente desde 1927, se señala que "aún cuando a alguien se le prolongue la agonía y esto cause aflicción al paciente y a su familia, permanece la prohibición de acelerar su muerte".

Qué opina la gente
Un sondeo realizado ayer por la firma Gallup en Estados Unidos, reveló que un 56% de la opinión pública está de acuerdo con dejar morir en paz a Terri Schiavo, y que por ende apoya el retiro de los tubos que la mantienen artificialmente con vida.

Según reflejó una encuesta realizada por MORI en 1990 y 2000, Chile ha tenido un cambio notorio en sus percepciones valóricas. Por ejemplo, la eutanasia en la década del 90 era rechazada por el 74% de las personas, mientras que diez años más tarde, la cifra disminuyó a un 53% por ciento.

En enero de 2001 El Mundo realizó en España un sondeo que determinó que 6 de cada 10 españoles aprobaban la eutanasia si el paciente lo desea, y 7 de cada 10 estaban de acuerdo con la interrupción de un tratamiento que mantiene vivo a un enfermo terminal a instancias del mismo o de su familia.

En Reino Unido, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Ulster en 1994 y publicado en la revista “Journal of Medical Ethics”, reveló que un 80% de los ingleses consideraron que debería permitirse que un doctor ayudara a morir al paciente en caso de sufrir una enfermedad dolorosa e incurable.

Por su parte, la mayoría de los franceses también están de acuerdo con la eutanasia. Según un sondeo publicado en 2002 por el Le Parisien Dimanche, el 84% se declaró favorable a ésta si la persona padece una enfermedad incurable, sufre dolores insoportables y ha pedido expresamente la muerte, mientras que en Italia, según una encuesta difundida en el Congreso de Sicopatología que se llevó a cabo en Roma en febrero de 2004, el 79% de los italianos la apoyaba.