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Los antiguos ritos del ceremonial previsto para la muerte del Papa

02 de Abril de 2005 | 16:56 | El Mercurio en Internet
Especial: Juan Pablo II (1920-2005)

VATICANO.- A pesar del dolor que aqueja a la Santa Sede, los preparativos para las numerosas ceremonias que deben llevarse a cabo después de la muerte de Juan Pablo II, ya comenzaron.

El rito del Camarlengo

Una serie de rituales dictados por la tradición o establecidos por los pontífices, se desarrollan una vez muerto el Papa. Recibida la noticia del deceso, el Camarlengo debe aceptarla oficialmente, en presencia del maestro de las celebraciones litúrgicas y del secretatrio y canciller de la Camara Apostólica. Él redacta el documento o acto auténtico de muerte.

Hasta hace un tiempo, el Camarlengo debía ingresar a la habitación papal y golpear con un pequeño martillo de plata la frente del pontífice para constatar su muerte; actualmente, debe preguntar tres veces en voz alta: ¿Estás muerto?.

Después de comprobar su deceso, comunica el fallecimiento al Vicario de Roma, quien notifica al pueblo de Roma. El portón de bronce se cierra a la mitad y las campanas de San Pedro repican.

Luto de color rojo

Los médicos deben preparar después el cuerpo del Sumo Pontífice y revestirlo de los ornamentos pontificios: la mitra blanca sobre la cabeza; la casulla (la vestidura que usa para la celebración de la Misa) roja, que es el color del luto papal, y el palio, la bufanda de lana blanca y cruces negras, que es símbolo de dignidad.

Velorio público

Durante tres días el cuerpo es velado en la Basílica de San Pedro para que los fieles le rindan homenaje. Nadie puede fotografiar el féretro, a no ser que tenga permiso del Camarlengo. Él podrá autorizar las fotografías de la prensa, sólo si el cuerpo está revestido de los hábitos pontificios.

Anillo del pescador

Los cardenales celebran los Novendiales; es decir, las exequias en honor del alma del pontífice difunto, que se realizan durante nueve días. El Colegio cardenalicio, que se hace cargo del gobierno de la Iglesia "entre reinos", decide el momento en el que se destruye el Anillo del pescador, llamado así porque representa al apóstol Pedro, y el sello de plomo que se utiliza en los documentos pontificios, como las encíclicas o cartas pastorales.

Los funerales

Los funerales solemnes se realizan tres días después de la muerte y los técnicos del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Roma son los encargados de verificar el estado de conservación del cuerpo.

La missa poenitentialis se celebra en San Pedro ante la presencia de autoridades de Estado de todo el mundo.

El féretro triple (de ciprés, plomo y nogal) que contiene los restos del Papa se entierra en la gruta del Vaticano.

El testamento de los Pontífices

Esto es lo que está previsto según las tradiciones; sin embargo, todo lo que corresponde al propio cuerpo puede ser dispuesto de distinta forma por cada Papa, desde el modo hasta el lugar de la sepultura. Así, por ejemplo, Paulo VI quiso ser sepultado en la tierra desnuda mientras otros decidieron no ser enterrados en las grutas vaticanas.

Después del sepelio y durante la elección del nuevo Pontífice, nadie puede entrar en su departamento privado. Si el difunto hizo un testamento y nombró un ejecutor, éste deberá cumplir sus deseos y rendir cuentas al nuevo Papa.
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