CIUDAD DEL VATICANO.- Monseñor Stanislaw Dziwisz, secretario particular y confidente del papa Juan Pablo II durante 40 años, y las cinco monjas polacas que asistían al pontífice tuvieron que abandonar el Vaticano esta semana.
Tal y como prevé la Constitución apostólica, redactada por el propio Juan Pablo II, una semana después de la muerte del Papa, las dependencias del pontífice se cierran hasta el nombramiento del próximo Papa y sus habitantes se ven obligados a hacer las maletas.
Según fuentes polacas, el arzobispo Dziwisz, de 66 años, vivirá en la casa de peregrinos polacos situada en el norte de Roma, una residencia cómoda y sin demasiados lujos.
Como secretario de Juan Pablo II, se llevará con él los objetos más queridos del Pontífice como libros, informó el diario Il Messaggero. Según el testamento espiritual del fallecido pontífice, a él corresponden también los escritos personales de Juan Pablo II que deberá destruir.
Cuando se elija a un nuevo Papa, éste deberá confirmar a Dziwisz en un cargo que también ocupaba hasta ahora como subprefecto de la Casa pontificia e incluso podría asignársele la diócesis polaca de Cracovia, un cargo para el que sería nombrado cardenal.
Además, las cinco monjas polacas que estaban al servicio de Juan Pablo II también abandonaron el Vaticano y residirán en conventos que su orden religiosa, las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, tiene en Roma.