MÓNACO.- Los funerales de Estado por el príncipe Rainiero III de Mónaco, fallecido el pasado día 6 a los 81 años, se realizaron la Catedral del Principado, en presencia de numerosas personalidades mundiales, incluidos nueve jefes de Estado.
Tras la llegada del cortejo fúnebre a las puertas del templo, donde esperaban todos los invitados, el féretro con los restos mortales de Rainiero, llevado a hombros por diez carabineros del Príncipe desde palacio, fue introducido en la Catedral, donde fue recibido por el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi.
Una vez situado en el catafalco, al son del ’’requiem eterno’’, monseñor Barsi, que pronunciará la homilía, dio comienzo a la ceremonia religiosa en la Catedral, cuya entrada está cubierta por ramos y coronas de flores llegados de distintos lugares del mundo.
Los hijos de Rainiero, Alberto, el heredero, y las princesas Carolina y Estefanía, presiden, con gesto grave, la ceremonia, sentados junto a la princesa Antoinette, de 85 años, hermana del soberano fallecido.
El rey de España, Juan Carlos I, ocupa la primera fila de los bancos de la Catedral dedicados a los invitados, flanqueado por los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia, y Alberto II de Bélgica, así como por la reina Sonia de Noruega.
Tras ellos se han situado el presidente de Francia, Jacques Chirac y su esposa Bernardette, junto a los jefes de Estado de Irlanda, Mary Mc Aleese, y Eslovenia, Janez Drnovsek.
Los representantes de las 61 delegaciones oficiales presentes las exequias ocupan la parte derecha de la catedral, con una capacidad total para unas 800 personas, mientras que a la izquierda se sitúan los familiares y amigos.
La sobriedad y el protocolo, así como la extrema seguridad, dada la gran cantidad de reyes, príncipes y líderes políticos presentes en las exequias, están marcando las ceremonias de despedida del que fuera el soberano de Mónaco durante más de 55 años.
Las palabras del arzobispo
El arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi, ensalzó hoy la figura de Rainiero III, que "supo tejer lazos profundos con su pueblo" y ser "además de un soberano, un amigo, un miembro de la familia", en los funerales de Estado del príncipe.
"Los príncipes de Mónaco siempre han considerado que los monegascos y los residentes constituían una familia en torno a ellos. Esta comunidad se siente huérfana de ese gran hombre que nos ha amado y al que hemos respetado y querido", aseguró el arzobispo en su homilía durante la ceremonia fúnebre a la que asistían varios jefes de Estado y numerosos miembros de casas reales.
Barsi llamó a todos los monegascos a rezar por el alma del príncipe y pedir a Dios que dé fuerzas a su familia para superar el dolor por la muerte de quien les había gobernado desde 1949.
"El príncipe Rainiero III se identificó totalmente con su misión, buscó sin cesar la felicidad de los hombres y las mujeres del Principado. Su acción ha sido considerable y nos hará falta tiempo para medir plenamente su magnitud, porque hizo entrar a Mónaco en el tercer milenio", aseguró.