LAKEPORT, EE.UU.- Cientos de personas, entre ellos periodistas amigos, políticos y artistas, se reunieron este sábado en Lakeport (California) para asistir a los funerales de Marla Ruzicka, la activista norteamericana de 28 años muerta en Bagdad hace una semana en un atentado suicida.
Ruzicka creció en esta localidad situada a unos 190 kilómetros al norte de San Francisco y donde reside su familia.
La iglesia católica local se quedó pequeña para esta misa de cuerpo presente e hizo falta instalar televisores fuera para los que no pudieron entrar.
Al frente de su organización CIVIC (Campaña para las Víctimas Inocentes en Conflictos), Ruzicka censó a miles de víctimas civiles de acciones militares estadounidenses en Afganistán e Irak y ayudó a obtener 10 millones de dólares del gobierno para compensarlas.
Antes de su trabajo por esta causa, Washington no tenía una política oficial para tratar este tema.
"Vivió bajo el lema ’sus tragedias son mis responsabilidades’", dijo Barbara Boxer, senadora demócrata por California, en su intervención en el funeral.
El reverendo que ofició la misa, Ted Oswald, sostuvo que "es triste que una persona joven tenga que morir para que reconozcamos sus logros. Lo que hizo fue increíble".
El actor Sean Penn afirmó que Ruzicka "se cuenta entre mis héroes", mientras que Bobby Muller, el líder de la organización de veteranos del Vietnam más importante del país dijo que "fue mi inspiración".
"Ella probó que un individuo puede marcar diferencias", agregó.
Tim Rieser, el consejero en política internacional del senador Patrick Leahy, punta de lanza de los esfuerzos en las dos cámaras para aprobar las indemnizaciones, recordó que "Marla empezó algo que quedó inacabado pero que nos da una oportunidad que no teníamos antes".
Marla Ruzicka murió el sábado 16 de abril en la carretera del aeropuerto de Bagdad cuando viajaba detras de una caravana de seguridad privada.
Un coche cargado de explosivos y conducido por un suicida se estrelló cerca del suyo, matando además al responsable de CIVIC en Irak y a una tercera persona de nacionalidad francesa cuya identidad no fue revelada.
Esta califoniana rubia, alegre e incansable era conocida y apreciada por cientos de periodistas que cubrieron las guerras de Afganistán e Irak y que llegaron de todo el mundo a Lakeport para asistir a los funerales.
La ceremonia sirvió para que algunos de ellos recordasen en sus discursos anécdotas sobre Marla. Como la del bar que abrió en Kabul para financiar su organización y cuyo cierre, decretado por las autoridades, tuvo lugar un día después de la apertura, para gran pesar de periodistas que tenían prohibido el acceso al club de Naciones Unidas, el único lugar en el que entonces se servía alcohol.
Catherine Philp, la corresponsal del diario británico The Times en el sudeste asiático, recordó que Marla ofrecía abrazos a quien creía que los necesitaba y se preguntó "¿por qué todo el mundo no puede ser como ella y ofrecer abrazos a los desconocidos?".
Quill Lawrence, de BBC Radio, explicó que se vieron atrapados en las montañas de Afganistán por una tormenta de nieve y que Marla le confesó que su madre creía que estaba en Londres.