NUEVA YORK.- Hablar de pena de muerte en Estados Unidos es hablar casi siempre de los estados del sur, los más proclives a aplicarla; de ahí la significación del caso de Michael Ross, que el viernes podría convertirse en el primer ejecutado en Nueva Inglaterra (estados del noreste) en 45 años.
El sujeto, de 45 años, está acusado de haber violado y asesinado a ocho mujeres en los estados de Nueva York y Connecticut en los años 80 y su ejecución está prevista para el viernes a las 02.00 de la madrugada (hora local) mediante una inyección letal.
Su familia está haciendo lo posible para salvarle la vida puesto que él ya ha anunciado que desea morir y en 2004 renunció a proseguir con las apelaciones para detener la ejecución.
La Corte Suprema de Connecticut decidirá hoy por la tarde si admite a trámite un recurso presentado por su hermana, que argumenta que Ross no está en posesión de las facultades mentales necesarias para renunciar a su defensa.
De llevarse finalmente a cabo, la ejecución significaría un giro en la actitud de las autoridades de los seis estados moderados y progresistas del noreste -Maine, New Hampshire, Vermont, Connecticut, Massachusetts y Rhode Island- que configuran la región histórica de Nueva Inglaterra.
De las 964 ejecuciones llevadas a cabo en Estados Unidos desde la reinstauración de la pena capital en 1976, ninguna tuvo lugar en esta zona.
Los estados que la han practicado con más frecuencia en el mismo periodo son los del sur, especialmente Virginia, en el este, que ocupa el segundo lugar a nivel nacional con 94 ejecuciones.
Texas está al frente con 342, Oklahoma es el tercero con 76, y Missouri y Florida les siguen con 63 y 60 ejecuciones, respectivamente.
El último ajusticiado en Nueva Inglaterra fue Joseph Taborsky, electrocutado en Connecticut por una serie de robos y asesinatos.