 El ambiente es explosivo en La Paz, la sede del gobierno. |
LA PAZ.- La tensión en Bolivia se encendió todavía más este jueves tras registrarse el primer muerto producto de las movilizaciones que convulsionan al país y que llevaron a la renuncia del Presidente Carlos Mesa.
Los hechos ocurrieron cuando un grupo de mineros intentó superar una barrera militar, a la que atacaron con cilindros de dinamita, explicó una fuente castrense.
A raíz de ese enfrentamiento, un minero resultó muerto y otros dos quedaron heridos de bala. El incidente con tropas del ejército ocurrió en el poblado de Yotala, a 17 kms de Sucre, donde tiene previsto reunirse el Congreso de Bolivia.
El fallecido fue identificado como Carlos Coro Mayta y pertenecía a la cooperativa minera "27 de marzo". La información fue entregada a una radio local, en lengua quechua, por el dirigente Marcelino Coronado.
Coro Mayta, dirigente sindical de 52 años, recibió el impacto en el corazón, lo que le causó la muerte instantánea.
Furia en La Paz
La noticia comenzó a correr como un rumor en La Paz, la sede del gobierno, en horas de la tarde, pero al confirmarse el hecho, encendió la furia de los manifestantes que tienen en vilo el futuro de este país.
A esta hora, una multitud comienza a aglutinarse en la céntrica Plaza San Francisco, en pleno centro de La Paz y distante apenas tres cuadras del Palacio Quemado, la sede del gobierno.
Los manifestantes ya comenzaron a quemar neumáticos y se adelanta desde ya una noche quizás más tensa que las que se han vivido en los últimos días.
Mientras los parlamentarios intentaban reunirse en Sucre, los manifestantes trataban de boicotear ese encuentro, presionando por el adelanto de las elecciones y con un fuerte rechazo a la posibilidad de que el gobierno sea asumido por el presidente del Congreso, Hormando Vaca Díez.
En el centro de La Paz se escuchan también a este hora ruidosas explosiones de cartuchos de dinamita, que se han transformado en el sello distintivo de los numerosos mineros que han llegado a esta ciudad y que constituyen uno de los grupos más radicalizados.
Hasta ahora las movilizaciones no habían cobrado ni un solo muerto, a diferencia de las protestas que derrocaron a Gonzalo Sánchez de Losada en octubre de 2003, cuando hubo 67 decesos.
La razón es que, a diferencia de aquel entonces, el ahora dimitido Presidente Mesa no ha ordenado reprimir con fuerza a los manifestantes.