FORT BRAGG, EEUU.- El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, rehusó el martes fijar una fecha para el retiro de sus tropas de Irak y señaló que enviar más soldados debilitaría su estrategia.
"Admito que los norteamericanos quieran que nuestras tropas regresen a casa lo más rápidamente posible. Yo también. Algunos sostienen que deberíamos fijar una fecha pra retirar las fuerzas de Estados Unidos. Déjenme explicarles que eso sería un serio error", dijo en un mensaje televisado al país.
"Algunos estadounidenses me preguntan: si completar la misión es tan importante, ¿por qué no manda más tropas?", agregó en ese mensaje, que apuntó a que los estadounidenses apoyen su política en Irak.
"Si nuestros comandantes en el terreno nos dicen que necesitamos más tropas, se las enviaré. Pero nuestros comandantes me dicen que tienen la cantidad de efectivos que necesitan para hacer su tarea", añadió.
Fuente de violencia
George W. Bush, defendió su estrategia en Irak al asegurar que "estamos eliminando una fuente de violencia y de inestabilidad", aunque admitió que la tarea "es difícil y peligrosa".
En un discurso a la nación desde la base militar de Fort Bragg, en Carolina del Norte, Bush pidió paciencia a los ciudadanos al asegurar que, pese a todo, el sacrificio que las tropas efectúan en Irak "merece la pena" y "es vital para la seguridad de nuestro futuro".
El discurso presidencial coincide con el primer aniversario de la devolución de la soberanía a Irak, pero también con una drástica caída del apoyo de los estadounidenses a Bush, en buena parte debido a la escalada de la violencia en el país árabe en los últimos dos meses.
En un mensaje de casi media hora que no cambia demasiado con respecto a discursos anteriores, el presidente apuntó que parte de esa violencia es perpetrada por terroristas extranjeros infiltrados en Irak, que "luchan porque saben que la supervivencia de su ideología del odio está en juego".
El presidente citó los atentados del 11 de septiembre de 2001 como uno de los principales argumentos para continuar la tarea en Irak, retomando una de las justificaciones de su Gobierno para ir a la guerra.
Aunque nunca se ha demostrado una relación entre el ex presidente iraquí Sadam Husein y la red terrorista Al Qaida, Bush considera a Irak un "frente central" de la lucha contra el terrorismo dado que la insurgencia está encabezada por el jordano Abu Musab al Zarqaui, que ha jurado lealtad a Osama bin Laden, el dirigente de Al Qaeda.
Según Bush, "el único camino por el que nuestros enemigos pueden tener éxito es si olvidamos las lecciones" de ese día y "dejamos a los iraquíes en manos de gente como Zarqaui, y si ponemos el futuro de Oriente Medio en manos de gente como Bin Laden".
"Por el bien de la seguridad de nuestro país, eso no pasará mientras yo esté al frente", prometió.
Bush descartó fijar un calendario para la retirada de los cerca de 140.000 soldados destacados en Irak, con el argumento de que serviría para desmoralizar a los iraquíes y permitiría que los terroristas sólo tuvieran que sentarse y esperar a la marcha de esas tropas para reanudar sus actividades.
Según aseguró, Estados Unidos seguirá allí "mientras hagamos falta", y "ni un día más".
Habrá momentos duros
Pero también admitió que la tarea no será fácil: "Habrá momentos duros en que se ponga a prueba nuestra determinación", pero EE.UU. completará su misión.
"Nuestra estrategia puede resumirse en esto: a medida que los iraquíes estén más preparados, nosotros nos iremos retirando", indicó el presidente.
Esa estrategia tiene dos campos, según explicó: el militar, por el cual se entrenará a las fuerzas de seguridad iraquíes para que se hagan cargo de su propia defensa, y el político, por el cual EE.UU. continuará su apoyo al proceso de democratización en el país árabe.
Aunque se mostró dispuesto a enviar más tropas si así se lo piden los jefes militares, también apuntó que no es necesario, por cuanto podría enviar el mensaje de que EEUU pretende quedarse para siempre y desalentar a las tropas iraquíes para que se hagan cargo de su propia defensa.
El 52 por ciento de los estadounidenses considera que su país no debió de haber invadido Irak, y la popularidad del propio Bush se encuentra en los momentos más bajos desde su elección en 2000, con tan solo un 41 por ciento de aprobación ciudadana.