 La "ordenación" de Genevieve Beney fue la primera de este año. |
PARÍS.- En un claro desafío a la jerarquía católica, Genevieve Beney (55) se convirtió hoy en la primera sacerdotisa francesa, luego de ser "ordenada" en una ceremonia en Lyon. La mujer corre el riesgo de ser excomulgada por El Vaticano.
La ceremonia tuvo lugar en una embarcación y estuvo dirigida por otras tres mujeres -ya excomulgadas- que se declaran obispos: la austríaca Christine Mayr-Lumetzberger, la alemana Gisela Forster y la sudafricana Patricia Fresen.
Las tres habían recibido su mandato de Rómulo Antonio Braschi, un argentino cismático de la denominada Iglesia Católica y Apostólica Carismática de Cristo Rey.
La nueva sacerdotisa es profesora de gimnasia, y está casada con un protestante que estudió Teología en la Universidad de Estrasburgo y que se incorporó a un movimiento internacional llamado "Iniciativa de Mujeres Ministros Ordenadas en la Iglesia Católica Romana".
Beney llegó a media tarde a la gabarra, en la que había cerca de 60 personas a bordo, entre ella amigos, feministas, simpatizantes católicos llegados de diversos puntos de Europa y Estados Unidos, y varios periodistas escogidos. La mujer soltó las amarras y empezó a remontar el río Saone mientras se llevaba a cabo la "ordenación".
La mujer, que había admitido que el suyo era un acto de protesta, no quiso hablar directamente a la prensa porque -según sus amigas- no quería transformar el gesto religioso en espectáculo.
En un comunicado, Beney explicó que "esta ordenación es una trasgresión" porque "está en ruptura con una situación que considero obsoleta por injusta con las mujeres, una situación que mantiene la desigualdad entre hombres y mujeres en materia de responsabilidades y toma de decisiones eclesiales".
"En un momento en que la sociedad civil oscila entre progresos democráticos y peligro de integrismos de todo tipo (...), ¿no es hora de que la Iglesia Católica universal recupere su papel profético contra las discriminaciones y opresiones contra las mujeres?", argumentó.
La organización de la que forma parte se queja de que las mujeres no sólo no pueden ocupar "ninguna posición de autoridad espiritual en la Iglesia, sino que el Vaticano se ha convertido en la escena internacional en el campeón de los que se oponen al derecho de las mujeres a seguir su propia conciencia sobre su maternidad".
También subraya que "en un momento que se atraviesa un 'invierno demográfico' en lo que respecta a vocaciones sacerdotales de hombres solteros, organizaciones de mujeres y hombres católicos en todos los continentes luchan porque cese la exclusión de mujeres y hombres casados del acceso a todos los ministerios eclesiales".
El Arzobispado de Lyon lamentó la "estrategia de provocación, de desafío y de ruptura escogida por Genevieve Beney".
El arzobispo Philippe Barbarin había pedido a la interesada que renunciara a ese "acto grave de ruptura", subrayando que en la ceremonia no habría "ninguna verdad en las palabras que se pronuncien ni en los actos que se hagan".
Por su parte, el secretario general de la Conferencia Episcopal francesa, Stanilas Lalanne, había recordado que "para la Iglesia es importante respetar el hecho de que hombres y mujeres tenemos una igualdad de dignidad, pero no estamos necesariamente llamados a tener las mismas funciones".
La Conferencia Episcopal había insistido en que "la Iglesia es una institución con reglas precisas. Uno no puede hacer lo que quiera, si no, sería la anarquía".
La de Beney fue la primera "ordenación" como sacerdotisa de una mujer anunciada este año, pero el próximo día 25 está prevista una ceremonia similar para nueve más en Canadá.