CABO CAÑAVERAL.- El mal tiempo que no sería mayor problema para el aterrizaje de cualquier avión es un obstáculo para el retorno del transbordador "Discovery" porque entra en la atmósfera a 26.000 kilómetros por hora, y sus posibilidades de maniobrar son menores.
El retorno a la Tierra es una de las fases más peligrosas en las misiones de transbordadores espaciales por la enorme fricción atmosférica -que eleva la temperatura a m de 1.300 grados Celsius en el vientre de la nave- y porque una vez emprendido no puede suspenderse.
El "Discovery", con siete tripulantes, se encuentra en una órbita a 220 kilómetros de la Tierra.
A la hora en que se decida el retorno, encenderá sus dos cohetes de popa en un empuje de poco más de tres minutos que lo sacará de la órbita y emprenderá su descenso atraído por la gravedad del planeta.
Todo el procedimiento se opera por computadoras y los tripulantes no tienen control sobre la nave en el descenso, que se iniciará cuando el "Discovery" esté sobre el Oceáno Indico y concluirá en una pista en Florida u, opcionalmente, en California.
Unos 30 minutos después de iniciado el descenso, la nave penetrará la atmósfera terrestre, las comunicaciones quedarán interrumpidas, y el "Discovery" planeará a gran velocidad sobre el Océano Pacífico y México hacia su destino.
La escasa visibilidad o las condiciones meteorológicas, que no serían inconveniente mayor para un avión -que tiene motores y puede permanecer en vuelo o cambiar de rumbo hacia otro aeropuerto- vedan el retorno para una nave que no podrá desviarse de su rumbo.
Sólo en los minutos finales de su descenso, cuando la nave aminore la velocidad con pequeños cohetes direccionales, la comandante Eileen Collins y el piloto James Kelly conducirán el transbordador hacia la pista, y un gran paracaídas en popa frenará al "Discovery".
Un portavoz del control de la misión en el Centro Espacial Johnson, en Houston, indicó que los aterrizajes en horas de la noche no son infrecuentes en los transbordadores espaciales, y que la hora del retorno a tierra depende de la duración programada para la misión y de la trayectoria de las órbitas de la nave.