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Vampiros tienen museo en París

Está instalado en una gran sala de la casa familiar de Jacques Sirgent, un ex profesor de inglés, quien dispuso las piezas de su colección personal: decenas de libros extraños, casi 400 filmes, algunos en ediciones pirateadas, afiches y toda una variedad de objetos que evocan leyendas de vampiros.

10 de Agosto de 2005 | 06:13 | AFP
LES LILAS, Francia.- Un callejón un tanto siniestro en un barrio de casas individuales, una puerta metálica pintada de rojo y un patio estrecho forman el decorado del primer museo de los vampiros en Francia, creado hace unos meses en Les Lilas, un suburbio popular del noreste de París.

"Ahora los vampiros están por todas partes y son más peligrosos que antes. Decidí encerrar algunos ejemplares en un museo para compararlos con los de antes y ayudar a la gente a protegerse", explica muy serio Jacques Sirgent, amo y señor del museo.

Antes de relatar que un carnicero croata le tiró un diente de ajo delante de la puerta y que un perro fantasma viene a dar vueltas regularmente alrededor de la casa.

El museo está instalado en una gran sala de la casa familiar donde el ex profesor de inglés, quincuagenario medio canoso, dispuso las piezas de su colección personal: decenas de libros extraños, casi 400 filmes, algunos en ediciones pirateadas, afiches y toda una variedad de objetos que evocan leyendas de vampiros.

A la entrada, un chupasangre moderno: un maniquí de plástico que lleva un casco con dos botellas de sangre unidas por un tubo a la boca.

Al fondo de la pieza, una condesa Bathory (noble húngara célebre por sus sacrificios humanos y su vampirismo) enterrada viva en un mueble.

Instalados sobre una mesa, una mano cubierta de joyas y con una rosa, una prótesis dental, martillos, una cruz, un cráneo ficticio.

Por aquí y por allá murciélagos, espejos, hombres-lobo... objetos de pacotilla que sirven de apoyo a los horripilantes relatos del incansable amo del lugar.

"Los estudios científicos prueban que si se bebe sangre humana, se vive treinta años más que el promedio", relata impasible mientras saca de su biblioteca un libro polvoriento: "The Science of Vampires".

"¿Sabía usted que en otros tiempos los ricos compraban la sangre de los pobres para fortificarse, y que incluso actualmente se les da a los niños en América del Sur?", dijo.

"Por lo demás a mi abuela la llevaban al matadero de La Villete (que estaba en París antes) para beber sangre directamente en un balde", añadió.

El museo abrió sus puertas en marzo pasado. Desde entonces recibe previa reservación a un público variado e intencionalmente excéntrico.

Es lo que dice Jacques Sirgent cuando relata que recibió a italianos que decían "sacarse sangre con una jeringa para beberla entre ellos".

Sirgent, quien declara ser muy amplio de criterio, dice que sólo excluye de la visita a "gente sin imaginación, a fanáticos o a aficionados a las sesiones sado-masoquistas".

Por supuesto los góticos conocen bien el lugar, aunque el museo acoge también a los amantes de la literatura fantástica, a niños de imaginación fértil, y recientemente, a un grupo de estudiantes de inglés, pues el "Drácula" de Bram Stocker figura en su programa de estudios.

Dentro de poco, el local será ampliado y Sirgent espera instalar una sala de proyección y una sala de lectura en las otras habitaciones de la casa.

A sus invitados propone visitas por temas de dos horas, cenas-debates en torno a un chile con carne y proyecciones que pueden prolongarse hasta la madrugada.

Para los más entusiastas les reserva una peregrinación hasta la tumba secreta de Vlad Tepes, el señor feudal rumano que inspiró el personaje de Drácula, en el cementerio parisino Père Lachaise.
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