
BUÑOL, España.- Miles de personas velan sus "armas" en la localidad española de Buñol, en Valencia, para batirse el miércoles en la "tomatina", una "guerra" a tomatazos en la que "lo bonito es entrar de blanco y salir de rojo".
Esta fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional hace tres años y en la que las hortalizas vuelan en todas direcciones, es la más significativa de las ferias de Buñol y atrae cada último miércoles de agosto a miles de "combatientes" de España y del extranjero.
Como si de un parque temático se tratara, unas 37.000 personas se reunirán en la plaza de Buñol dispuestas a "disparar" 100 toneladas de tomates maduros a todo el que se ponga por delante, cifra que crece cada año a medida que aumenta también la afluencia de público.
La Concejala de Feria y Fiestas, Pilar Garrigues, explicó a EFE que "el ayuntamiento siempre contrata 100.000 kilos de tomates, pero cuando hay un excedente en la cooperativa, como ocurrió el año pasado, cuando sobraron 25 toneladas", la cantidad aumenta.
"Pero en realidad -afirmó-, hasta que no se pesan los camiones no se sabe la masa total, y siempre sobrepasan los 100.000 kilos" de tomates, por lo que, a veces, hay que poner un sexto camión. cm-bd
Es la llegada de los camiones llenos de tomates, precisamente, el aviso que marca el principio y el final de la "guerra".
Como en años anteriores, entre todos estos cuerpos teñidos de rojo por el espachurramiento de los tomates, se prevé la llegada de "guerreros" argentinos, alemanes, británicos, belgas, japoneses o escoceses, entre otros, y como evento internacional en que se ha convertido, la "tomatina" de Buñol será recogida por televisiones de Nueva Zelanda, Corea o de Hong Kong.
Este año el ayuntamiento ha decidido adelantar una hora (de 11 a 12 de la mañana) la "guerra de tomates", pues en otras ediciones "a las diez de la mañana ya no cabía nadie en la plaza, en medio de un calor agobiante", señaló Garrigues.
Además, así se acaba antes con las tareas de limpieza, en las que participan también los vecinos, para proseguir con la "fiesta popular" y otras actividades que tienen lugar en la plaza central.
Acerca de la rotura de las camisetas entre los combatientes, entre el tumulto que se forma antes de la "guerra" de tomates, la concejala recordó que "no nos gusta" y "hay una norma que lo prohíbe, porque si se quitan las camisetas blancas ya no se ve nada".
Larga historia
Pilar Garrigues aclaró que los incidentes durante la "tomatina" son pocos y de menor importancia y se producen "por no cumplir las normas, por cortes con botellas, y por saltarse la recomendación de estrujar el tomate antes de lanzarlo, pues entero hace moretones".
Nadie quiere perderse este festejo tradicional, que en esta ocasión cumple 60 años desde que, en 1945, unos jóvenes fingieran una pelea y acabaran lanzándose tomates de un puesto de venta cercano como protesta hacia el ayuntamiento por no dejar participar a todos en el desfile de "gigantes y cabezudos".
Cada año se repite y cada año mejoran las circunstancias del festejo, pues hasta 1959 el Ayuntamiento no permitía esta celebración, lo que provocó que los habitantes de Buñol se rebelaran y pidieran la vuelta de esta guerra de tomates.
Así, debido a la prohibición durante los primeros años, los buñolenses celebraron el "entierro del tomate" como signo de cariño hacia su fiesta popular, consiguiendo que el gobierno local admitiera la "Tomatina", pero bajo cumplimiento de unas reglas.
El miércoles, después de la "tomatina", está prevista la actuación del cantante David de María, y mejor será que, como es habitual, ofrezca lo mejor de su arte si quiere escapar de los tomates.