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Nueva revolución sexual remece a universidades de EE.UU.

Columnas relativas al sexo muestran un lado distinto en instituciones tan tradicionales como Yale, Harvard y Princeton.

20 de Octubre de 2005 | 15:04 | EFE

Harvard también tiene un lado divertido "y es excitante verlo", dice una columnista.
WASHINGTON.- Los campus universitarios estadounidenses viven una "nueva revolución", con el florecimiento de una prolífica, y explícita, generación de columnistas sexuales, cuyos relatos han inspirado el último libro del escritor Tom Wolfe.

Con títulos como "A puertas cerradas"; "Boca a boca"; "Entre las sábanas" o "Sexo los martes", las columnas han encontrado espacio y audiencia en los periódicos estudiantiles de todo el país.

Los aires de renovada apertura sexual sorprenden en un país con muchos reparos para hablar de sexo y en donde semidestapes como el de Janet Jackson alcanzan "estatus" de escándalo nacional.

Pero los estudiantes han decidido soltarse la melena y desoír los consejos de la derecha evangélica -muy bien pertrechada tras la reelección de George W. Bush- que predica a los cuatro vientos las bondades de la abstinencia sexual.

Ni hablar del tema. En lugar de eso, elitistas universidades como Yale -"alma mater" de Bush- dan voz a los que como Natalie Krinsky se empeñan en explicar los puntos más sensibles en el sexo oral.

La columna sirvió a Krinsky de trampolín, al convertirse en la inspiración del bombazo editorial: "Cloe lo hace en Yale".

"A Yale, Harvard y Princeton se los reverencia como serios centros académicos, pero también existe el otro lado y es divertido y excitante verlo", dice Krinsky a todo el que quiere oirla.

El ardor literario ha traspasado incluso las puertas de la jesuita Universidad de Boston, uno de los centros católicos más antiguos del país, que añadió este mes a su periódico una nueva columna: "Sexo y la Universidad".

"Creemos que en una universidad debe de hablarse de todo, sea una institución católica o no", señaló Larry Griffin, editor del periódico estudiantil, en declaraciones al periódico "Boston Globe".

Pero escribir de sexo no es un camino de rosas o al menos eso dice Miriam Datskovsky, estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Datskovsky, que participó hace un par de fines de semana en un debate en Manhattan organizado por la firma de preservativos Trojan, recibió duras críticas por uno de sus artículos sobre sexo oral.

"Alardeamos de que somos muy abiertos, pero en el fondo no es así", dijo a la agencia EFE Datskovsky, quien habla de dos fuerzas en conflicto en la cultura estadounidense, una que busca apertura y otra que es cada vez "más y más cerrada".

Los "sexpertos"

Claro que sus problemillas palidecen frente a los que experimentan otros "sexpertos" en zonas más tradicionales del país como Texas y Virginia.

"Me quedé boquiabierta al oír que en Texas o Wyoming se puede armar un buen lío por cosas tan simples como mencionar la palabra pornografía", dijo Mindy Friedman, una de las doce estudiantes que junto con Datskovsky asistió al encuentro de Trojan.

Sea como sea, la vida sexual de los estudiantes parece estar de moda, sirva como prueba la última obra del escritor Tom Wolfe ("Soy Charlotte Simmons"), en la que el autor relata con todo lujo de detalles el "libertinaje" de la vida universitaria.

Los rumores de que Barbara Bush, una de las hijas del Presidente estadounidense, participó en una ocasión en una fiesta nudista en Yale también han contribuido a alimentar la repentina fascinación por el tema.

Larry Flynt, el famoso pornógrafo, llegó a ofrecer un millón de dólares a cambio de cualquier prueba gráfica sobre la hija de Bush. Desafortunadamente para él, las fotos nunca llegaron a su revista.

Esta semana el tema volvió a saltar a primera plana de la actualidad después de que Kenneth Hoagland, director de un instituto católico en Long Island, en Nueva York, decidiese cancelar la fiesta de fin de estudios por considerarla "una orgía" y un alarde de "decadencia".

En opinión de Mindy Friedman, las cosas se están sacando de quicio y señala que su columna y la de muchos de sus compañeros ayudan a fomentar la educación sexual en los campus estadounidenses.