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EE.UU.: Revelación de agente de la CIA amenaza con desatar tormenta política

El fiscal independiente Patrick Fitzgerald investigó durante 22 meses si los asesores de la Casa Blanca cometieron un delito al revelar a la prensa que Valerie Plame era una espía.

23 de Octubre de 2005 | 15:41 |
WASHINGTON.- La investigación sobre la revelación ilegal de la identidad de una agente encubierta de la CIA parece comprometer cada vez más a asesores claves del presidente estadounidense, George W. Bush, y el vicepresidente Dick Cheney, y amenaza con desatar una tormenta política en Washington.

El fiscal independiente Patrick Fitzgerald investigó durante 22 meses si los asesores de la Casa Blanca cometieron un delito al revelar a la prensa que Valerie Plame era una espía, en represalia por los comentarios críticos de su esposo, el ex embajador Joseph Wilson, sobre los argumentos de Bush para invadir Irak en 2003.

El jefe de gabinete de Cheney, I. Lewis "Scooter" Libby, y el gurú político de Bush, Karl Rove, son los nombres que más suenan como responsables, y esta semana un informe del diario New York Daily News sugirió que el propio Cheney puede estar involucrado.

"Se especula con que Cheney también podría estar en la mira y que es algo grande", dijo a la AFP Katy Harriger, profesora de Derecho en la Wake Forest University en Carolina del Norte y autora de dos libros sobre anteriores investigaciones presidenciales.

Según Harriger, Fitzgerald puede estar evaluando incluso cargos de conspiración o perjurio.

A los críticos de Bush se les hace agua la boca ante la perspectiva de que por fin la Casa Blanca pague por las mentiras y medias verdades que, según ellos, pavimentaron el camino a la guerra.

Sin embargo, los analistas estiman que Bush podría salir airoso de este peligroso momento político.

"Los fiscales investigan y a veces no acusan", dijo Kathleen Clark, una experta en seguridad nacional en la Washington University de St. Louis.

Pero a nueve meses del inicio del segundo mandato de Bush, el caos parece haberse adueñado de la Casa Blanca.

Los casi 2.000 estadounidenses muertos hasta ahora en Irak, el desprolijo manejo de la candidatura de Harriet Miers a la Corte Suprema, y la escalada de los precios de la gasolina hicieron caer los índices de aprobación de Bush.

El partido de gobierno también atraviesa momentos difíciles, con el ex líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Tom DeLay, acusado de lavado de dinero, y el líder de la mayoría republicana en el Senado, Bill Frist, en circunstancias poco claras en transacciones bursátiles.

"Si todo el resto funcionara bien, (el caso Plame) parecería menos importante", opinó Harriger.

Para Bush, los problemas en su horizonte político son "ruido ambiente", pero los observadores ya hablan de "caso perdido" para referirse al presidente, quien se desespera por eludir la maldición de los mandatarios que ven disminuir su poder en su segundo período de gobierno.

La expectativa de un escándalo crece cada día, ante el vencimiento el viernes del mandato del gran jurado con el que Fitzgerald interrogó a testigos en su investigación.

Este caso data de los tumultosos días de 2002 y 2003 antes de la invasión a Irak, cuando el gobierno de Bush presuntamente presionó a sus servicios de inteligencia para que dijeran que el ex dictador iraquí Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva.

Wilson, ex embajador de Estados Unidos en Gabón, fue enviado a Nigeria en febrero de 2002 parainvestigar una acusación de que Saddam había intentado comprar uranio para bombas nucleares, pero concluyó que era dudoso que esto hubiera ocurrido.

Un año después, Bush mencionó esa acusación en el discurso anual sobre el estado de la unión, y seis meses después, en un artículo en el diario The New York Times, Wilson advirtió que el gobierno podía haber ignorado informaciones que contradecían sus argumentos para ir a la guerra.

El 7 de julio de 2003 la Casa Blanca admitió que la acusación de Nigeria se basaban en datos de inteligencia erróneos, y que nunca deberían haber estado en el discurso de Bush.

El columnista conservador Robert Novak indicó entonces que "dos altos funcionarios de gobierno" le habían dicho que Plame, la esposa de Wilson, era una agente encubierta de la CIA encargada del tema de las armas de destrucción masiva.

Wilson acusó a altos funcionarios gubernamentales de sabotear deliberadamente el cargo de su esposa, y dijo que Rove merecía "salir por la fuerza" y esposado de la Casa Blanca.

En el escándalo de Watergate, que le costó la presidencia a Richard Nixon en los años ’70, se dijo que el senador Howard Baker pronunció la icónica frase "¿Que sabía el presidente y cuándo lo supo?" para cuestionar el grado de culpabilidad de Nixon.

Tres décadas después, todo Washington se pregunta: "¿Qué sabe el fiscal y cuándo lo dirá?".
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