CANCUN.- Miles de turistas permanecían el lunes en albergues malolientes en el popular balneario mexicano de Cancún, en el Caribe, exigiendo ser rescatados mientras el presidente Vicente Fox perdía la calma ante la lentitud del flujo de la ayuda.
Los sanitarios habían colapsado y la comida escaseaba en los refugios en Cancún, donde unos 20.000 vacacionistas llevaban cinco días durmiendo en el piso o en cuartos estrechos sin electricidad ni agua potable.
El huracán Wilma, una de las tormentas más fuertes registradas en el Atlántico, golpeó Cancún el fin de semana, destruyendo grandes hoteles antes de azotar a Cuba y Florida.
Cancún es el principal destino de los visitantes que eligen México para vacacionar, una importante fuente de empleos en la región, y la joya de una industria turística que es la tercera más grande receptora de divisas del país.
Wilma provocó la muerte de al menos siete personas en Cancún, y en los cercanos balnearios de Playa del Carmen y la isla de Cozumel. Algunos reportes mencionaban que los muertos fueron 12.
Agentes de la policía federal fuertemente armados custodiaban supermercados para prevenir saqueos como los que se registraron el fin de semana, sumándose al caos producido por Wilma. Las autoridades declararon el toque de queda durante la noche.
Un periódico mexicano dijo que dos personas fueron asesinadas a tiros por policías cuando intentaban huir tras participar en saqueos, pero funcionarios no pudieron confirmar esa noticia.
El ministerio de Turismo dijo que las pérdidas por la suspensión del turismo rondarían los 800 millones de dólares.
Turistas indignados
Un primer enfrentamiento se registró durante la noche en el teatro El Forito, que albergaba a unos 300 turistas, en su mayoría estadounidenses y británicos evacuados de sus hoteles.
"Si no se hacen algunos cambios, esto se va a poner realmente desagradable porque la gente está empezando a agotarse. Están viviendo de arroz, fideos y fruta", dijo Jim Pelinka, un administrador escolar de Minnesota de 54 años.
Muchos turistas debieron durmir en turnos de dos horas en el escenario de madera del teatro, porque no había suficientes cuartos en el edificio.
Otros 18.000 turistas estaban atrapados en Playa del Carmen, al sur de Cancún.
Una turista estadounidense clamó por ayuda del gobierno de Estados Unidos. "Necesitamos ayuda aquí y ellos no nos están ayudando -gritó- Deberían estar volando en aviones o helicópteros o algo. !Dennos comida! !Dennos agua!".
Mientras tanto, un enojado presidente Fox exigió en la zona del desastre que el ejército y la policía coloquen un centro de mando conjunto en Cancún para detener los saqueos y ayudar a los turistas a salir del lugar.
"!Quiero ese mando operando al cien por ciento ya!", gritó en tono molesto el mandatario a funcionarios locales.
Fox se quejó de que los residentes de Cancún estuvieran hambrientos e interrumpió a la titular del sistema de protección civil federal, Carmen Segura, quien le dijo que la ayuda estaba en camino.
"Terminemos con esto, Carmelita. No sé si esas despensas se terminaron o no o si ya están en los estómagos de los ciudadanos. Pero yo no las veo aquí", dijo Fox.
Saqueos y desbordes
La policía lanzó disparos de advertencia para detener a varios saqueadores que intentaban llevarse lavadoras, televisores y otros bienes durante el fin de semana, mientras que soldados hicieron guardia frente a centros comerciales.
Los fieros vientos de Wilma dejaron escombros en las calles de Cancún y frontis de grandes centros comerciales destruidos. Al menos dos lujosas cadenas de hoteles dijeron el lunes que no tomarían ninguna reservación hasta después de Navidad, tradicionalmente un período de bonanza.
El lunes, agua potable y bocadillos provistos por hoteles fueron racionalizados en los albergues. El aeropuerto de Cancún fue cerrado por varios días más y los turistas exigieron poder regresar a sus hogares como fuera posible.
Docenas de ellos hicieron fila por un lugar en los autobuses que los llevarían a tomar vuelos en la ciudad de Mérida, pero la autopista que cruza por la selva estaba cerrada por inundaciones.
Algunos turistas dijeron que ancianos con problemas del corazón ya no tenían suficientes medicinas y hubo quejas sobre el uso del agua o el espacio para dormir en los albergues.