PUERTO CABEZAS, Nicaragua.- Las autoridades nicaragüenses hacían esfuerzos desesperados el sábado para evacuar a unas 10.000 personas de la región de Cabo Gracias a Dios, en el extremo noreste del país, ante la inminente arremetida del huracán Beta que se ha ido desplazando hacia la vecina Honduras.
"Unas 10.000 personas se encuentran en alto riesgo ante el impacto del huracán en Cabo Gracias y a lo largo del Río Coco", fronterizo con Honduras, dijo a los periodistas el jefe nacional de la defensa civil, teniente coronel Mario Pérez Cassar.
Pérez Cassar informó acá que la evacuación de esas personas se realiza por medio de botes y lanchas a lo largo del Río Coco y que están siendo llevadas principalmente a lugares más seguros en la localidad de Waspán, 100 kilómetros al noroeste de este puerto, donde se ha abierto un puesto de mando.
La defensa civil envió a la zona más de 100 especialistas del ejército en tareas de rescate y salvamento, así como otros medios de transporte terrestre y acuáticos. También fue instalado un hospital de campaña.
Salida de indígenas
Fuertes vientos y lloviznas comenzaron a golpear este puerto desde el viernes por la tarde, mientras las autoridades se apresuraban a evacuar a miles de indígenas miskitos y de otras etnias nativas de la región.
Las universidades, colegios y otros edificios del puerto fueron convertidos en refugios desde el jueves y fueron evacuados unos cien pacientes del vulnerable hospital local construido en una zona baja.
También fueron cancelados los vuelos a la isla del Maíz, 350 kilómetros al norte de Managua, debido a intensas lluvias.
El viernes por la mañana, arribaron a este puerto 140 personas que fueron evacuadas de los Cayos Miskitos, donde se espera que el huracán pegue con fuerza. Sólo quedaron 30 personas que se resistieron a abandonar sus casas.
Las mujeres cargaban con sus hijos y animales en medio de una fuerte lluvia y rachas de vientos esporádicas.
En este puerto, los comités de emergencia orientaban a los pobladores de los barrios bajos a que se trasladaran a albergues provisionales localizados en las zonas altas.
Los comerciantes alteraron los precios de los alimentos, ante la fuerte demanda de la población. El agua envasada se agotó y productos como la leche se vendían a casi dos dólares el litro, cuando su precio normal es de 0,50 dólar.