CANCUN.- A lo largo de la franja hotelera del famoso balneario mexicano de Cancún, un ejército de obreros trabaja a toda velocidad para reparar los daños causados por el huracán Wilma instalando cristales, plantando palmeras y reconstruyendo aceras.
Los turistas, cuya ausencia le cuesta al mayor balneario de México varios millones de dólares por día, estarán de regreso en este paraíso caribeño a partir de mediados de diciembre, cuando funcionarios locales insisten en que apenas podrán notar la diferencia con el pasado.
Pero detrás de la acordonada zona de hoteles de lujo y donde efectivos de seguridad impiden el acceso al mar, el panorama es preocupante.
A lo largo de varios kilómetros de la costa, las playas célebres por sus blancas arenas y sus aguas turquesa que atraen a siete millones de turistas por año fueron prácticamente tragadas por las enormes olas provocadas por Wilma.
Poco queda del verde y frondoso cordón de palmeras que bordeaba los 25 kilómetros de playa. Muchas fueron arrancadas de cuajo, y de otras sólo quedan los troncos.
"Con Cancún, lo que se vende es la arena. Aquí mismo estaba la arena más fina, más blanca, más bella que hay. La playa era de como 50 metros", dijo Oscar Zárate, de 25 años, sentado sobre una roca mientras abajo el mar lamía el muro de concreto de lo que era un bar y fue destrozado por la tormenta.
"Eso antes era una playa pública, siempre con mucha gente, con restaurantes y bares. Aquí donde estamos era arena. Todo se lo llevó, no sé cómo podrían hacer para que quede como antes", agregó.
El gobierno mexicano destinará unos 20 millones de dólares para restaurar las playas de Cancún, cuyo centenar de lujosos hoteles frente al mar dispararon al turismo como la tercer fuente de ingresos del país después del petróleo y las remesas de los emigrados a Estados Unidos.
Una buena parte de hoteles y lugares de comida, muchos de ellos con maderas cubriendo lo que antes eran ventanas, tienen carteles que avisan: "Ya estamos abiertos" o "Cancún está de pie".
"Vinimos a ver el daño a nuestra casa, pero fuimos afortunados, está de pie y funcionando", dijo el estadounidense Wayne Everhart, de 83 años y que posee un tiempo compartido recién reabierto.
"En la zona hotelera el daño es más bien cosmético y eso es rápido de reparar", dijo Javier Regalado, un funcionario de la Secretaría de Turismo.
Pero centros comerciales gigantes, de estilo estadounidense, aún lucen con gran parte de sus fachadas destruidas mientras en las calles hay pilas de escombros y árboles derribados por los potentes vientos de Wilma.
"Con todo eso (el número de turistas) nos va a bajar muchísimo este año", admitió Regalado.
Fuerza de trabajo
Algunos dicen que la reconstrucción de los hoteles les va a dar una nueva cara a varios de ellos, y con ello un impulso económico para mucha gente.
"No es para agradecer al huracán, para nada, pero en un sentido nos ha beneficiado económicamente. Todos trabajamos de las 7 de la mañana hasta las diez de la noche, estamos aprovechando la situación", dijo el obrero de la construcción Roberto García con su cara manchada de pintura mientras trabajaba en un centro comercial.
Funcionarios de turismo dicen que las playas de Cancún se pueden restaurar en pocos meses trayendo arena de un par de islas ubicadas al norte.
La fuerza laboral de Cancún, compuesta por inmigrantes de otros estados de México desde la década de 1970 cuando las autoridades decidieron construir el balneario prácticamente de la nada en lo que era un pequeño pueblo de pescadores, esperan que todo vuelva a la normalidad, y no sólo por el trabajo.
"Extraño esas Jueritas (rubias) en sus tanguitas (bikinis). Voy a estar contento cuando regresen", dijo un trabajador.