
SANTIAGO.- A un año de su muerte, Juan Pablo II continúa hablándole al mundo gracias a algunos escritos inéditos suyos que han salido a la luz. El 7 de abril del 2005, su testamento fue el primero en revelarse. La mayor sorpresa del documento fue el cuestionamiento del Papa viajero respecto a la continuidad en su cargo. El texto decía: "en el año en que mi edad llega a los 80, uno debe preguntarse si no es tiempo de decir como el bíblico Simeón 'nunc dimittis' (ahora puedes dejar ir)".
Más tarde, el secretario personal del difunto Pontífice, Stanislw Dziwisz, reveló en junio del 2005 que había desobedecido la voluntad de Juan Pablo II de que sus escritos personales fueran incinerados tras su muerte. Dziwisz aseguró que tomó la decisión pues pensó que "se trataba de escritos que no podían ser quemados y que tienen que ser conservados para la historia...se trata de una gran riqueza que debe ser puesta paulatinamente a disposición del público". Por el momento, los papeles que salvaron de las llamas forman parte del proceso de beatificación de Juan Pablo II.
El propio Dziwisz informó un mes más tarde que entre los textos personales del Papa había una carta escrita, pero jamás enviada, al hombre que atentó contra su vida en 1981. Según el diario polaco "Rzeczpospolita", en el mensaje Juan Pablo II le preguntaba: "¿Por qué me disparaste, cuando ambos creemos en un Dios único?"
Este 26 de marzo, Benedicto XVI leyó públicamente un texto que Karol Wojtyla tenía previsto pronunciar un día después de su muerte. En él, el Papa escribió: "Para la humanidad, que algunas veces parece perdida y dominada por el poder del mal, el egoísmo y el temor; el Señor resucitado ofrece el regalo de su amor que perdona, reconcilia y abre el alma a la esperanza. Es un amor que cambia corazones y trae la paz".
No sólo sus palabras mantienen presente a Juan Pablo II, también las revelaciones de sus cercanos han contribuido a que permanezca como una figura contingente. Así, en marzo de este año se publicó el libro "Déjenme ir". El texto está dividido en tres partes, cada una a cargo de alguna personalidad que conoció en la intimidad al Sumo Pontífice: Stanislw Dziwisz; el médico personal del Papa, Renato Buzzonetti y el ex Vicario de la Ciudad del Vaticano, arzobispo Angelo Comastri.

El impreso relata sus últimos meses de vida y entrega detalles de su pontificado, del atentado que sufrió en 1981 y de sus enfermedades. Entre las novedades del texto se cuenta, por ejemplo, que la Radio Vaticano suspendió brevemente sus transmisiones para evitar interferencias en una ecografía al abdomen que se le realizaba al Papa.
Detalles de su muerte
Con el paso del tiempo la muerte no se olvida, por el contrario se conocen más detalles de los últimos instantes de Juan Pablo II. Su médico y su secretario personal han revelado lo que sucedió en la habitación del décimo piso del Palacio Apostólico el 2 de abril del 2005.
A las 3:30 de la tarde en Italia, el Papa pronunció, en polaco y con una voz muy débil, sus últimas palabras: "déjenme ir a la casa del padre". En su aposento, una pequeña vela encendida cumplía una tradición polaca.
Horas después, a las ocho de la tarde, se realizó una misa en su habitación. La ceremonia fue dirigida por su secretario personal, el arzobispo Stanislw Dziwisz. Junto a él estaba el cardenal Jaworski y los monseñores Rylko y Mokrzycki. Durante el servicio se le dio el sacramento de la unción de los enfermos y se entonaron cantos religiosos polacos.
Finalmente, a las 9: 37 de la noche el Pontífice falleció. El deceso se certificó con un electrocardiograma que no mostró signos vitales por 20 minutos. Luego, los presentes rodearon el cuerpo de Wojtyla y entonaron un Te Deum.
Camino a la santidad
El 8 de abril del 2005, el funeral de Juan Pablo II culminó con la multitud clamando "Santo ya". El anhelo de los fieles hizo que el 13 de mayo Benedicto XVI anunciara que iniciaría el proceso de beatificación antes de los cinco años que establece el derecho canónico. Finalmente, el 28 de junio se dio comienzo oficial a la causa de Karol Wojtyla.
Al menos, se le atribuyen cinco milagros en vida. En 1980 habría curado los "vértigos" de una monja colombiana. En los '90 habría sanado a un niño mexicano que había sido desahuciado de leucemia, a un estadounidense que tenía un tumor cerebral y a una niña paraguaya que sufría hidrocefalia. Además, el cardenal italiano Marchisano dijo que una caricia del Papa en su cuello lo hizo volver a hablar.
Sin embargo, ninguno de ellos le sirve al sacerdote que lidera la causa de beatificación, Monseñor Slawomir Oder, pues requiere probar algún milagro que haya sucedido con la intervención del Papa después de su muerte. En ese caso, hay dos hechos que se están estudiando: el de un estadounidense que habría superado una enfermedad hepática y el de una monja francesa que se habría mejorado de Parkinson.
Además de la investigación del milagro, Monseñor Oder necesita presentar evidencia en favor de la reputación de santidad del Pontífice, para ello debe examinar más de 100 mil páginas. Por esto, se espera que el proceso no sea tan veloz como lo que pedían los fieles el día del funeral de Juan Pablo II.
Magnicida frustrado
Sólo seis días alcanzó a estar en libertad Mehmet Alí Agca, el hombre que intentó asesinar al Papa en 1981. Aunque el 12 de enero el planeta entero supo que Agca había salido de prisión, el 18 de enero una resolución de la Corte Suprema turca decidió volver a encarcelarlo y fijó su liberación para el 2010.
En todo caso, la pena que cumple Agca no tiene relación con el atentado contra el Pontífice. En el 2000, la justicia italiana interrumpió su cadena perpetua y lo liberó a pedido del propio Papa. Hoy, en Turquía cumple condena por robo y por el asesinato del periodista Abdi Ipekci.