PARÍS.- El Primer Ministro, Dominique de Villepin, no consiguió convencer a los franceses de que es víctima de una "vil" campaña de difamación y la oposición seguía pidiendo su renuncia este miércoles, debido a un escándalo político inundado de misterios, investigaciones secretas y manipulaciones.
"Villepin responde pero no dice nada", titula en su primera página el diario de izquierda Liberation, mientras el periódico de derecha Le Figaro subraya la "urgencia de que la verdad salga a la luz".
El martes, el jefe de gobierno pasó la jornada definiéndose y colocándose en el papel de víctima de una campaña de rumores y calumnias contra su persona.
Villepin es sospechoso de haber participado de alguna manera en una maniobra política destinada a perjudicar a su principal rival de cara a las presidenciales del 2007, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy.
"En cualquier otro país democrático, el gobierno ya se habría ido", declaró el miércoles el ex Primer Ministro Laurent Fabius, refiriéndose a este escándalo pero también a las multitudinarias manifestaciones contra la política laboral del Ejecutivo o al descontento de los suburbios marginales.
Hasta hoy no se sabe realmente cuál fue el papel de Villepin en el llamado "escándalo Clearstream", nombre de una compañía francesa con sede en Luxemburgo, uno de los paraísos fiscales de Europa. Según las acusaciones de un informante anónimo, a través de esta compañía políticos franceses, entre ellos Sarkozy, podrían haber abierto cuentas secretas gracias al pago de comisiones ilegales.
Las informaciones, publicadas en 2004, resultaron ser falsas y el informante es buscado hasta hoy por la justicia. Pero según parece, Villepin, en la época ministro de Interior, podría haber ordenado investigar a Sarkozy con el fin de perjudicarlo políticamente, algo que el Primer Ministro desmintió rotundamente.
Para otro ex Primer Ministro socialista, Pierre Mauroy, se trata de un asunto "extraordinariamente grave" y por ello "la verdad debe salir a la luz".
Según los dirigentes del partido de centro UDF, Villepin "ni convenció, ni impresionó".
Por su parte, Sarkozy hizo saber que no quiere provocar una crisis política pero que está "decidido" a "ir hasta el final" para conocer la verdad, "sean cuales sean las consecuencias".
Otro de los misterios del escándalo son las declaraciones de un prestigioso agente de los servicios de inteligencia franceses, el general Philippe Rondot, hoy jubilado, que declaró ante el juez haber oído hablar a Villepin sobre una investigación sobre Sarkozy.
El ex agente aseguró que sus declaraciones se habían manipulado y dio marcha atrás, pero la prensa del miércoles, comenzando por Le Monde y Le Figaro, sigue insistiendo que Rondot sabía que esta investigación existía.
Por encima de todo, el escándalo Clearstream está poniendo sobre todo de manifiesto la rivalidad entre Sarkozy y Villepin, potenciales candidatos de un mismo partido, la UMP (derecha en el poder) de cara a las presidenciales del 2007.
Dentro del partido, los adeptos de Villepin, que bate récords de impopularidad, denuncian un intento de desestabilizarlo y los fieles de Sarkozy están convencidos de que 'alguien' está intentando dejarlo fuera de la carrera presidencial.
Villepin se dijo dispuesto a colaborar con la justicia y sus oficinas podrían ser registradas en breve, como ya sucedió con la titular de Defensa, Michele Alliot Marie.