
TERUEL.- La telaraña con insectos atrapados más antigua que se ha encontrado, que data de hace 110 millones de años, está fosilizada en unos trozos de ámbar encontrados en 2003 en una explotación de carbón en la sierra de San Just, en la región española de Aragón.
Ese ámbar, presentado hoy en una rueda de prensa en la Fundación Dinópolis de Teruel por los investigadores que lo descubrieron, está dividido en tres fragmentos de pequeñas dimensiones en cuyo interior se encuentra la tela con las presas capturadas en ella.
El estudio de este hallazgo, cuyos resultados publicará este viernes la revista Science, fue obra de los científicos españoles, Enrique Peñalver y Xavier Delclós, de las universidades de Valencia y Barcelona, respectivamente, y un experto del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, David Grimaldi.
Delclós explicó que la telaraña originalmente debía de tener unas dimensiones de entre dos y tres centímetros y que la parte encontrada en el ámbar es de apenas cinco o seis milímetros.
Según sus investigaciones, la red sería pegajosa, vertical y orbicular (sobre un sistema de hilos radiales) y con propiedades elásticas, una "tela compleja", resaltó el paleontólogo.

El biólogo Peñalver, quien destacó la importancia de los yacimientos de la sierra de San Just, detalló que los insectos atrapados en la tela son un ácaro, una avispa de la familia Evaniidae, un escarabajo y una mosca Hybotidae de especie desconocida.
Debido al reducido tamaño de la telaraña, es necesario contar con microscopios para apreciar los insectos atrapados.
En la pieza los insectos aparecen atrapados y depredados por la araña, que habría succionado sus líquidos, y posteriormente habría penetrado resina en los cadáveres, que ya estaban muertos cuando quedaron fosilizados.
Delclós explicó que el ámbar descubierto en Escucha se formó en un bosque de coníferas de la familia de las Araucariaceae -que actualmente solo se encuentran en América del Sur y Nueva Zelanda- situado en un delta y que la gota de resina fosilizó junto con los yacimientos de carbón que se explotan en la zona.
El fósil fue descubierto a finales de 2003 y remitido al laboratorio del Museo Americano de Historia Natural, donde se constató su importancia.