Obispo paraguayo renuncia a la Iglesia para ser candidato presidencial

ASUNCIÓN.- El obispo católico Fernando Lugo confirmó hoy su renuncia al ministerio sacerdotal y su postulación como candidato a la presidencia de Paraguay, en las elecciones previstas para mayo de 2008.

"Me han pedido invariablemente que me ponga a la cabeza de un proyecto político y hoy oficialmente tomo la determinación de ponerme al servicio del pueblo paraguayo, a través de la política", afirmó Lugo.

El ahora ex obispo, de reconocida trayectoria con los sectores populares del país, anunció su decisión en un mensaje leído en las puertas de su casa materna, en la ciudad de Encarnación, a 370 kilómetros al sur de Asunción.

"Ratifico con este compromiso en todos los términos, asegurando a todos y a cada uno, que mi empeño está al servicio de un cambio necesario e impostergable, en el sentido de una sociedad más justa y equitativa que todos los paraguayos nos merecemos", dijo.

Lugo había entregado el jueves último una carta al Nuncio Apostólico del Vaticano, Orlando Antonini, solicitando al Papa Benedicto XVI que lo exonere de su condición de sacerdote y obispo.

"He presentado una carta en la cual renuncio al ministerio sacerdotal, porque la Constitución Nacional inhabilita a los ministros de cualquier religión o culto a candidatearse a vicepresidente o presidente", dijo Lugo.

"Esta renuncia es dolorosa y gozosa al mismo tiempo" explicó. "Dolorosa, porque renuncio a privilegios dentro de mi iglesia que amo tanto; pero gozosa, porque la gran catedral mía desde hoy será todo el país", agregó.

Lugo, de 55 años, proviene de una familia que sufrió los rigores de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). Su padre, un militante colorado disidente, fue apresado en 20 oportunidades durante el gobierno stronista y tres de sus hermanos debieron marchar al exilio.

Hasta hoy era obispo emérito del departamento de San Pedro, la región más pobre de Paraguay, y el principal referente de la corriente progresista de la Iglesia Católica paraguaya.

Lugo exhortó a todos los partidos y movimientos políticos "a deponer toda clase de actitud dogmática o sectaria para posibilitar un gran entendimiento que permita esforzar y aplicar en conjunto las medidas que el país requiere para mejorar su perfil en todos los órdenes".

El obispo también tomó distancia de posiciones de izquierda: "No hay cuestiones de izquierdas ni de derechas, de conservadores o radicales. La sociedad paraguaya está dividida entre quienes roban y quienes son víctimas del robo, entre quienes atropellan y son atropellados, entre quienes frustran y quienes resultan postergados", aseveró.

Lugo es visto como la única persona capaz de aglutinar a la oposición para vencer al Partido Colorado, en el poder en forma ininterrumpida desde 1947, y al que criticó duramente.

"La sociedad paraguaya ha sido estafada, y el deterioro creciente de las condiciones de vida ha sido parte de una pesadilla sin fin, que tiene a la mitad de los paraguayos sumidos en la pobreza", afirmó.

Según Lugo, los responsables de la crítica situación "tienen nombres y apellidos y son por todos conocidos: Son quienes durante décadas han saboteado por medio de diversas artimañas viles la voluntad del pueblo", manifestó.

"Hay que decirlo de manera clara y contundente: Lo que han ofrecido desde las instancias del poder quienes han accedido al mismo, no constituyen sino ofensas sistemáticas y traiciones irritantes a un sentir nacional que siempre apostó por un cambio para mejor", agregó.

El flamante candidato presidencial finalizó su discurso con un juramento: "Juro ante Dios y la Patria que ajustaré mis actos rigurosamente a los valores que buscan de manera expresa, el bien común; si así no lo hiciere, que Dios, la Patria y la historia me lo demanden".