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Banderas al tope y mayor presencia militar tras elección en Cuba

No hubo festejos ni manifestaciones en contra del sucesor de Fidel. Porque los cubanos esperaban que su hermano fuera el nuevo líder de la isla.

25 de Febrero de 2008 | 00:49 | José Troncoso, Enviado especial en La Habana, El Mercurio Online

SANTIAGO.- Las decenas de banderas de la Plaza Antiimperialista, también conocida como Elían, flameaban al tope frente al Malecón. Así lucían todas en La Habana, con el estandarte en alto. Algo que sólo está reservado para ocasiones especiales, explicó Julián, un guía turístico cubano. 


En la Plaza de la Revolución, lugar histórico en el cual Fidel realizaba extensos discursos, la situación era similar. Salvo por la mayor dotación militar que resguardaba la zona.


Estos fueron los hechos que marcaron la jornada. Así lo constató “El Mercurio” tras un recorrido por La Habana. No hubo festejos ni manifestaciones en contra del sucesor del histórico líder socialista.


En efecto, tras la elección de Raúl Castro como nuevo presidente de la isla —en reemplazo de su hermano Fidel, quien anunció su retiro por problemas de salud— los habitantes de la ciudad capital seguían haciendo su vida normal.


En los televisores de las cantinas, bares y restaurantes de La Habana Vieja se podía ver un partido de básquetbol o un round de boxeo. De la elección. Nada. Sólo los militares que salieron a la calle a reforzar la seguridad daban cuenta de que el día no era uno más en la historia de Cuba.


“Hay más militares y policías en la calle. Esto no es así siempre”, dijo David, un conductor de taxi mientras avanzamos frente al Capitolio cubano.


Pero no hubo manifestaciones de ningún tipo. Sólo la salsa que salía de los parlantes de los restarantes de La Habana y el sonido de los viejos autos de la ciudad rompían con la tranquilidad reinante. Un día normal.


Y es que la gente daba por sentado el triunfo de Raúl. “Va a seguir a nuestro Fidel, que siempre va a estar entre nosotros”, sostuvo Claudia, una vendedora de Etecsa, Empresa de Telecomunicaciones de Cuba. Trabaja para el Gobierno, como casi todos en el país, en un local de la calle Obispo, en pleno casco histórico de la ciudad.


María tiene una opinión similar. Vende libros usados frente al Floridita, bar-restaurante icono de la ciudad y que fuera frecuentado por el escritos norteamericano Ernest Hemingway en la década de los 60. “Todos vamos con la revolución”, dijo esta mujer de unos 50 años.


Pero hay otros que disiente de las políticas llevadas a cabo por el Partido Comunista, el único del país. El ex preso político, Oscar Espinoza, cree que Raúl Castro debe llevar adelante cambios, especialmente en lo económicos, pues correría el riesgo de enfrentar un descontento generalizado de la población. Y dice que no está a la altura de Fidel para enfrentar un escenario de ese tipo.


Mientras, las banderas al tope seguían  flameando en la ciudad. La única señal clara de que algo importante había ocurrido en la isla.

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