BAGDAD.— Decenas de personas que portaban flores y ramas de olivo asistieron el viernes al funeral de un arzobispo caldeo secuestrado hace dos semanas y cuyo cadáver apareció la víspera en una ciudad del norte iraquí en la que Al Qaeda retiene su último bastión urbano.
El arzobispo Paulos Faraj Rahho, de 65 años, fue secuestrado el 29 de febrero en Mosul por varios desconocidos minutos después de oficiar misa. Tres de sus ayudantes fueron muertos durante el secuestro, la última agresión a la reducida comunidad cristiana de Irak.
Durante el funeral, realizado en una aldea situada en las afueras de Mosul, los cristianos lloraron al paso del ataúd del arzobispo por las calles del pueblo. El cortejo era encabezado por un clérigo que empuñaba una cruz de madera con la foto de Rahho.
El papa Benedicto XVI, el Presidente estadounidense George W. Bush y el primer ministro iraquí deploraron el asesinato. Las autoridades estadounidenses en Bagdad emitieron el viernes una declaración en la que lo consideraron "un intento salvaje más por un enemigo bárbaro para sembrar la angustia y la discordia".
Desde la invasión estadounidense en el 2003, los cristianos iraquíes han sido blanco de los integristas musulmanes que los apodan "cruzados" leales a las fuerzas estadounidenses.
Los islamistas han atacado iglesias, a sacerdotes y negocios propiedad de cristianos, muchos de los cuales abandonaron el país, al igual que en muchos otros países islámicos.