CIUDAD DEL VATICANO.- Las persecuciones que sufre la Iglesia católica en diversos lugares del mundo son el tema central de las meditaciones que serán leídas durante el Vía Crucis de este Viernes Santo, redactadas por el cardenal arzobispo de Hong Kong, Joseph Zen Ze-Kiun.
Benedicto XVI encargó las meditaciones a Zen, quien señala en el texto, facilitado ya por el Vaticano, que cree que con ello el Papa "quería manifestar su atención por el continente asiático, e incluir en particular en este ejercicio de solemne piedad cristiana a los fieles de China".
Asimismo, el cardenal indica que Benedicto XVI quiso que él "llevase al Coliseo la voz de aquellos hermanas y hermanos lejanos".
Las meditaciones acompañan cada una de las catorce estaciones que componen el Vía Crucis, en las que se describen los pasajes del calvario de Cristo, según la tradición católica.
"Mártires vivientes"
En las meditaciones, Zen recuerda las persecuciones que sufre la Iglesia católica y a los "mártires vivientes" del siglo XXI, además de referirse al respeto de la libertad religiosa.
"Los Coliseos se han multiplicando a través de los siglos, allí donde nuestros hermanos, en varias partes del mundo (...) son todavía hoy duramente perseguidos", señala la oración inicial del Vía Crucis.
En la primera estación, el cardenal indica que "en tantas partes del mundo la Esposa de Cristo (la Iglesia) está atravesando la hora tenebrosa de la persecución".
En su reflexión sobre la quinta estación, en la que se recuerda cuando Jesús es juzgado por Poncio Pilatos, Zen señala que éste último es "la imagen de todos los que detentan la autoridad como instrumento de poder y no se preocupan de la Justicia".
Zen pide a Jesús que ilumine "la conciencia de tantas personas constituidas en autoridad, para que reconozcan la inocencia de tus seguidores. Dales el valor de respetar la libertad religiosa".
Además, señala que "está muy difundida la tentación de adular al poderoso y de oprimir al débil" y que "existe también gente que se deja manipular fácilmente por los poderosos para oprimir a los débiles".
El purpurado, en su meditación sobre la tercera estación, cuando Jesús es condenado a muerte por el Tribunal del Sanedrín, habla de la "multitud de inocentes que han sido condenados a sufrimientos atroces" a lo largo de los siglos.
En otro de los fragmentos que serán leídos durante el Vía Crucis, Zen habla de la flagelación de Jesús, que "era un castigo terrible" y señala cómo "torturas tremendas siguen surgiendo de la crueldad del corazón humano -y aquellas psíquicas no son menos tormentosas que las físicas".
Los mártires son también recordados en la decimotercera estación, que evoca la muerte de Jesús en la Cruz, y el purpurado señala que éstos "dan el mayor testimonio de su amor. No se avergüenzan de su Maestro ante los hombres. El Maestro estará orgulloso de ellos ante toda la humanidad en el último día".
En la octava estación, en la que Jesús es ayudado por un Cirineo a llevar la cruz durante su camino al Calvario, Zen pide al Señor que recuerde que cuando se ayuda "a los hermanos de la Iglesia perseguida, somos nosotros quienes en realidad somos ayudados por ellos".