SANTIAGO.- Durante "varias semanas" serán tratados en una clínica siquiátrica Elisabeth Fritzl y cinco de los siete hijos que tuvo con su papá, Josef, quien la mantuvo secuestrada por veinticuatro años en el sótano de su casa, en la ciudad de Amstetten, Austria. Sin embargo, para el doctor en psicología social, Giorgio Agostini, lo más probable es que ella "nunca recupere su salud mental".
El caso salió a la luz pública cuando la tercera hija de Elisabeth, Kerstin de 19 años, quien vivía escondida junto a su madre, debió ser hospitalizada el 19 de abril pasado, y hasta hoy se encuentra en estado crítico por una enfermedad que se cree puede estar causada por una malformación genética, producto del incesto.
Esta enfermedad fue la detonante que hizo que las autoridades sospecharan de Josef y lo detuvieran, junto a su hija, en las cercanías del hospital, dándose a conocer la escabrosa historia de esta familia austriaca.
"Será muy difícil recuperar esos veinticuatro años de encierro, a lo que se suma el abuso sexual. Ella debe estar sufriendo un stress post traumático, creándole problemas hasta en el nivel perceptivo, porque el haber estado encerrada durante tanto tiempo sin respirar aire puro, debe haber hecho que su cerebro intentara adaptarse a ese ambiente", explica la subdirectora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Sur de la Universidad de Chile, la Gladys Montecinos.
Las mil preguntas
Son varias las interrogantes que aparecieron luego de que Josef Fritzl confesara haber mantenido encerrada a su hija, con la que tuvo un total de siete hijos, tres de los cuales vivieron con él y su esposa, Rosemarie, la madre de Elisabeth.
Aparentemente, la señora de Josef habría sido engañada por su marido, quien le habría inventado que Elisabeth se escapó a los 18 años para ingresar a una secta y que en 1993, 1994 y 1997 dejó a sus hijos en la puerta de la casa de sus padres para que los cuidaran.
Según el propio Josef, los tres menores que vivieron con él fueron escogidos por ser los más llorones y se criaron como si fueran nietos de la pareja, para ser adoptados más adelante, con una educación ejemplar, mientras los otros tres hermanos vivían bajo su casa, junto a su madre, en un sótano de unos 60 metros cuadrados.
"La recuperación de los hijos será muy complicada, sobre todo para los que estuvieron encerrados con la madre, por muy loco que haya sido el papá. Fueron muchos años de maltrato, con muchas limitaciones al desarrollo", asegura la psicóloga infanto-juvenil y miembro de la directiva del Colegio de Psicólogos de Chile, Verónica Penna.
"Los que vivieron con el papá tuvieron la posibilidad de ir al colegio y de relacionarse con otras personas, por lo que pudieron desarrollar otras áreas. El resto no sabe qué es una familia, ni el tipo de relaciones que tuvieron", comenta Penna, quien explica que será necesario el apoyo durante varios años de un equipo multidisciplinario, pero que la recuperación total de Elisabeth, como la de sus hijos, nunca será completa.
Por su parte, Agostini rescata que en el caso de los niños que vivieron en el sótano, ellos "tendrán probablemente menos daño, porque tuvieron una mamá cerca y ella es básica para las funciones de apego, pero igualmente necesitarán psicoterapia, tanto individual como de familia. Será necesario cambiarles su identidad, porque quedó públicamente marcada y los hijos que son más vulnerables a las burlas".
Actualmente, las autoridades austriacas están trabajando para darle el mayor apoyo psicológico a Elisabeth y a sus hijos, mientras la policía da a conocer más información revelada por Josef, como que el último hijo que tuvo con ella, en 1997, murió al poco tiempo de nacer en el sótano y fue incinerado por el propio padre en el horno de su casa.
