TOKIO.- El presidente chino, Hu Jintao, puso hoy fin a una histórica visita a Japón que ha estado dominada por los gestos conciliadores y la intención de dejar atrás el conflictivo pasado entre dos países tradicionalmente rivales.
A falta de grandes acuerdos, ambos gigantes asiáticos han constatado durante este viaje oficial, el primero en una década a Japón de un presidente chino, que son socios y no una amenaza mutua, signo de su decisión de colaborar de forma pragmática en el futuro.
Japón y China, históricamente rivales en lo político pero desde hace tiempo grandes socios en lo económico, están interesados en estrechar sus lazos hasta "un nuevo punto histórico", según señalaron sus líderes en un comunicado conjunto.
Este viaje "ha logrado resultados" y "promoverá con firmeza las relaciones bilaterales en el futuro", aseguró hoy el presidente chino poco antes de abandonar Japón de regreso a Pekín.
De la "diplomacia del ping pong" a la del "panda", Hu se ha esforzado durante su visita de cinco días en destacar lo que une y no lo que separa a China y Japón, y por expresar la necesidad de superar un pasado que los convirtió en enemigos durante décadas.
Hoy visitó los templos históricos de la primera capital japonesa, Nara (centro del país), entre ellos el de Toshoteiji, construido por el monje budista chino Jingzhen (conocido como Ganjin en Japón) en 759, otro símbolo de la cooperación entre ambos países.
"Lo que es más importante para la población de China y de Japón es heredar el espíritu de Jingzhen, promover y desarrollar la relaciones bilaterales", apuntó Hu en Nara, donde fue protegido por unos 3.000 policías, según la agencia Kyodo, por la presencia de manifestantes pro tibetanos.