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El "dilema olímpico" de Sarkozy

El Presidente francés amenazó con no participar en la inauguración de los Juegos Olímpicos si China no había avances en el diálogo entre China y el Tíbet, pero el escenario ha cambiado para el Mandatario galo.

05 de Julio de 2008 | 06:12 | DPA

BEIJING.- Aumenta la presión sobre Nicolas Sarkozy. El anuncio del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, de asistir a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 pone al jefe de Estado de Francia en la obligación de tomar una decisión.


Tras las protestas de los tibetanos contra el dominio chino, Sarkozy había condicionado su asistencia a la inauguración de los Juegos Olímpicos a que se produzcan avances en el diálogo entre los representantes del Dalai Lama y el gobierno chino.


Si bien la segunda ronda finalizó esta semana sin que China hubiera cedido en su posición dura, actualmente hay más en juego. Como nuevo presidente de turno de la Unión Europea (UE), Sarkozy también tiene responsabilidad por el bloque comunitario, que no tiene una posición unánime en relación con un boicot.


Su vacilación bienintencionada, con la que Sarkozy pretendía ayudar a los tibetanos, desencadenó indignadas protestas de los chinos y el boicot a productos franceses. La economía europea en China advierte que la ausencia de Sarkozy en la ceremonia inaugural de Beijing 2008 podría dañar en general las relaciones de la UE con China.


En unas declaraciones recientes, Sarkozy pareció indicar cómo saldrá de la encrucijada. Su camino a Beijing estaría libre si el líder espiritual de los tibetanos también muestra una imagen positiva de la segunda ronda de negociaciones.


A comienzos de la próxima semana, Sarkozy anunciará su decisión en la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8), los siete países industrializados del mundo y Rusia, que se realizará en Japón.


Su advertencia de que 1.300 millones de chinos no podrían ser empujados hacia un "nacionalismo herido" da señales de cuál podría ser su decisión.


Al mismo tiempo hay informaciones de que Sarkozy evalúa realizar con el Dalai Lama una reunión en Francia, en un marco puramente religioso, tal vez para que no se pueda decir que hubo transigencia.


Sin embargo, para muchos chinos el cambio de conducta llega demasiado tarde: Sarkozy debería mantenerse alejado de los Juegos Olímpicos, titularon medios de prensa estatales chinos, haciendo referencia a una encuesta en Internet, en la que participaron más de 100.000 personas. El 88 por ciento declaró que Sarkozy "no es bienvenido".


Con frialdad, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China Liu Jianchao, dijo al responder a una pregunta sobre el presidente de Francia: "Rechazamos que líderes extranjeros se reúnan con el Dalai Lama sin importar en qué forma, que las cuestiones del Tíbet se vinculen con los Juegos Olímpicos y que los Juegos Olímpicos sean politizados".


Así y todo, muchos chinos no entienden la solidaridad que recibe el Dalai Lama en el extranjero. Asimismo, se considera que los tibetanos son desagradecidos al protestar, debido al gran apoyo que reciben de China para su desarrollo.


A la propaganda le resulta por este motivo fácil no dejar ni siquiera que surja una discusión sobre las causas más profundas de la oposición de los tibetanos religiosos contra los chinos considerados extranjeros por ellos o sobre los errores en la política respecto a las minorías en el Tíbet.


Con su disposición al diálogo, China logró con habilidad calmar el conflicto con el extranjero sobre el Tíbet. Beijing tuvo que colocar con empeño su importancia estratégica y económica en el platillo de la balanza, para conseguir que los diplomáticos y gobiernos extranjeros vuelvan a considerar como un aspecto marginal de sus relaciones el tema de los tibetanos.


Al igual que durante el paso de la antorcha olímpica por el Tíbet, Beijing condicionó una nueva ronda de diálogo antes de fin de año: si los tibetanos perturban los Juegos Olímpicos, el Dalai Lama, de quien se espera un "comportamiento positivo", será responsabilizado.