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Rusos agradecen a Estados Unidos en Georgia

Un grafiti en inglés, dirigido a los aliados de los georgianos, adornaba una pared de la oficina de un coronel georgiano.

23 de Agosto de 2008 | 23:03 | AFP

GEORGIA.- Las fuerzas rusas que ocuparon la base georgiana de Senaki, en el oeste de Georgia, se fueron, no sin antes dar las gracias a Estados Unidos: "Gracias Tío Sam, por los uniformes ofrecidos a los paracaidistas rusos".

Si bien las tropas regulares abandonaron Senaki, las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz se mantenían este sábado en posiciones avanzadas en el oeste del país, a la salida del puerto de Poti y en Teklati, en la carretera que lleva a Senaki.

El sábado, la bandera georgiana ondeaba de nuevo en el cuartel, por primera vez desde el principio del conflicto entre Rusia y Georgia, hace quince días.

El grafiti en inglés, dirigido a los aliados de los georgianos, adornaba una pared de la oficina del coronel Alexander Kiknadzé, quien la miraba decepcionado.

El mensaje dirigido al Tío Sam aludía probablemente a los uniformes que se llevaron las tropas rusas, además de otro material, como cinco vehículos Humvee que pertenecían o habían pertenecido al Ejército estadounidense, robados el 19 de agosto en el puerto de Poti, en el mar Negro.

"Es terrible, lo destruyeron todo", lamentaba el coronel Kiknadzé en un inglés con fuerte acento estadounidense.

En traje de faena militar y con un fusil Kalashnikov a su espalda, el oficial contemplaba impotente los barracones saqueados por los soldados rusos.

En la zona donde se encuentra su oficina hay una gran explanada delimitada por media docena de barracones y almacenes que estaba literalmente cubierta por cientos de uniformes, cascos, botas militares, y otro material de los soldados georgianos.

Las puertas de los barracones estaban hundidas y los cristales rotos. En el interior de las diferentes dependencias, se repetía el mismo espectáculo de desolación.

En una sala que servía de enfermería, Nani Sanaya, empleada civil de la base, se sostenía la cabeza entre las manos y murmuraba: "Son animales. Unos seres humanos no harían eso".

Los armarios de la enfermería estaban destrozados y vacíos.

Los historiales médicos de los soldados georgianos estaban esparcidos por el suelo. Así, se podía ver que un tal Mebonya Khvicha, nacido en 1972, gozaba de buena salud tras haber superado un control médico de rutina.

En el interior de un gran dormitorio, entre literas metálicas, se paseaba una vaca que se separó de un rebaño que pasturaba tranquilamente en la hierba de la base.